En este convulso siglo XXI ya no nos sirven los planteamientos consumistas del pasado, con los que hemos llegado a un punto de sobreexplotación del planeta que parece difícil poder revertir la situación.
"Difícil" no significa "imposible". De hecho, las entidades públicas, las organizaciones y las personas se están movilizando para conseguir que paulatinamente se deje de esquilmar al planeta arrebatándole compulsivamente sus recursos y dándole a cambio miles y miles de toneladas de basura.
Las administraciones públicas ponen al servicio de los nuevos proyectos numerosas leyes y abundante presupuesto, pero por definición son lentas en decidir, lentas en implantar y lentas en recoger frutos. Las personas están cada vez más concienciadas, pero a título personal no se consiguen resultados y la labor de agruparse, definir objetivos, conseguir recursos, etc., etc., es muy laboriosa y, por ende, los resultados son inseguros y en cualquier caso a largo plazo.
Afortunadamente, las organizaciones son más ágiles en la toma de decisiones, pueden definir más rápidamente sus objetivos estratégicos en consonancia con las necesidades del planeta (triple bottom line), pueden más fácilmente movilizar a las personas de su entorno (partícipes / stakeholders) y consecuentemente consiguen incidir antes en el derrotero que está tomando nuestra sociedad. Y además tienen la gran ventaja añadida de que están en todas partes, como un engranaje indispensable para que dicha sociedad funcione.
Porque las corporaciones, por ser las instituciones dominantes del planeta, deben gestionar directamente los problemas sociales y medioambientales que afectan a la humanidad (Hawken, 1997).
No podemos, pues, por menos que estar de acuerdo con Pauli cuando dice que nuestros esquemas de producción y consumo han quedado obsoletos y son incapaces de responder a las necesidades básicas de todos. Tienen que evolucionar o sustituirse por otros que prosperen en armonía con la totalidad de la vida, promoviendo la diversidad y asegurando el alimento, la vivienda, la sanidad y el sustento para todos. Con esta conclusión en mente, dirijamos nuestra admiración y atención a la maestría adaptativa de la naturaleza.
Tendríamos, pues, que dar un paso más: pasar de esa visión antropocéntrica (los seres humanos vamos a respetar los límites para poder salvarnos), a una visión natural o cosmovisión (los seres humanos formamos parte de la naturaleza, ergo las organizaciones forman parte de la naturaleza: comportémonos como lo hace la naturaleza).
Esta cosmovisión se fundamenta en dos pilares: entender la naturaleza como el suprasistema en que están insertadas todas las organizaciones, y concebir a la naturaleza como modelo, medida y mentor.
Así, Pauli sostiene que una solución a los presentes males de nuestra economía reside en comprender y aplicar la lógica ecosistémica, porque la naturaleza exhibe una auténtica economía, y una auténtica sostenibilidad, todo el tiempo. Todas las organizaciones que se están interrelacionando en ese entorno complejo deben estar subordinadas a un objetivo estratégico común: preservar el equilibrio del conjunto para garantizar la vida a largo plazo de cada una de las organizaciones y de todas en un conjunto armónico. Como dice Pauli, se parte de una premisa sencilla: servirse del conocimiento acumulado durante millones de años por la naturaleza para alcanzar cada vez mayores niveles de eficacia, respetando el medio y creando riqueza, y traducir esa lógica del ecosistema al mundo organizacional.
El modelo de organización biomimética, por tanto, tiene como leitmotiv la naturaleza como modelo, medida y mentor.
La naturaleza como modelo: La biomímesis es una nueva ciencia que estudia los modelos de la naturaleza para imitar o inspirarse en los diseños y procesos biológicos para resolver problemas humanos. En este sentido, Benyus nos exhorta a ver la naturaleza desde otra óptica, y esta es la clave: no la miremos para extraer sus frutos, manipularla, “mejorarla” o transformarla de mil modos distintos: mirémosla para aprender a comportarnos como ella, porque somos parte de la propia naturaleza. Capra lo expresa así: C
rear comunidades humanas sostenibles significa, en primer lugar, comprender la habilidad inherente a la naturaleza de sustentar la vida, para después rediseñar nuestras estructuras físicas, tecnológicas y las instituciones sociales en concordancia con esa comprensión. Del mismo modo, MacIntyre - en relación a nuestros obsoletos y destructores sistemas de producción y consumo - recomienda que nos fijemos en la maestría adaptativa de la naturaleza.
Existen numerosos ejemplos de empresas que han incorporado a sus sistemas o procesos ideas inspiradas en la naturaleza. Benyus nos propone brillantes soluciones: fibras que imitan a las telarañas (cinco veces más fuertes que el acero y muy elásticas), células solares capaces de convertir luz en energía, una farmacopea basada en la sabiduría ancestral de los chimpancés u ordenadores inteligentes compuestos por biomoléculas. Más recientes son aplicaciones como la robótica de enjambre, al modo de las hormigas virtuales que estudia Campo. Incluso en el mundo de la arquitectura podemos contemplar el brillante ejemplo de Gaudí: Tal como señalan Salas et al., Gaudí fue un gran precursor de la sostenibilidad y la biomimética en la arquitectura, y nos enseña que los edificios concebidos como “máquinas para vivir” ―por el gran arquitecto Le Corbusier― pueden evolucionar hasta convertirse en “ecosistemas para vivir”.
La naturaleza como medida: después de miles de millones de años de evolución, la naturaleza ha descubierto lo que funciona, lo que es apropiado y lo que perdura. La biomímesis se vale de un estándar ecológico para juzgar la corrección de nuestras innovaciones. Se trata, en primer lugar, de medir el impacto social y medioambiental que tienen las decisiones de las organizaciones, y existen diversos estándares internacionales de medidas de este tipo, como GRI y GIIN.
De acuerdo con Epstein, esas medidas ofrecen información importante y valiosa que permite a los directivos evaluar de manera más exacta las repercusiones de los impactos que se derivan de las decisiones empresariales. Medir esos impactos, monetizarlos e incluirlos en las decisiones gerenciales permite mejores análisis coste-beneficios, así como mejores decisiones tanto para el beneficio social de los grupos implicados como para la rentabilidad de la firma en el largo plazo.
Existen diferentes enfoques para identificar y medir los impactos en la naturaleza de los productos, servicios y actividades de las organizaciones: costo del control y fijación de precios sombra, costo de daños, precio de mercado y valuación, fijación hedonista de precios, costes de viaje, y valuación contingente (Epstein ofrece una descripción de los principales métodos).
Tomar la naturaleza como medida significa, además, tener en consideración el valor intrínseco de la naturaleza con la que se relaciona la organización. Este valor intrínseco, también denominado valor de existencia o de conservación, es independiente del uso presente que las personas hacen de los recursos y surge a partir del sentido de gestión medioambiental relacionado con la responsabilidad para con la preservación de los recursos naturales para las generaciones futuras. Goodstein enfatiza el hecho de que, aún si un recurso no tiene ningún valor en uso que sea claro en el presente (valor de uso) o en el futuro (valor de opción), las personas pueden estar dispuestas a preservar el recurso dado que consideran que tiene derecho a existir y debe ser protegido.
La naturaleza como mentor: La biomímesis es una nueva manera de contemplar y valorar la naturaleza. Inicia una era basada no en lo que podemos extraer del mundo natural, sino en lo que éste puede enseñarnos. Hawken ya preconizaba que nuestro destino como personas está irremediablemente unido a lo que ocurra con todos los demás seres vivos. Vogel destacaba la afinidad de las personas por la naturaleza, mecanismo que ayuda a emerger el sentimiento de rectitud natural y superioridad moral en el modo en que la naturaleza hace las cosas. En palabras de Itamar Rogovsky,
la biomimética no solo ofrece parámetros organizacionales y provee ejemplos de lo que funciona y de lo que no, también convierte a la naturaleza en un tipo de mentor que ofrece una nueva manera de apreciarla y de considerar a la organización humana. Benyus explica que otros seres vivos no humanos aprendieron hace mucho tiempo que “contaminar el nido” es un negocio ruinoso, y que todas nuestras invenciones ya las descubrió la naturaleza hace mucho tiempo llevándolas a la práctica, además, de forma no costosa para el planeta. También reflexiona acerca del hecho de que los ecosistemas maduros están formados por diferentes seres que persiguen propósitos comunes (como nosotros): mantener su presencia en un sitio, sacar el máximo partido de lo que hay disponible y perdurar a largo plazo.
Todas las aportaciones citadas tienen dos cosas en común: 1): se preocupan por no dañar a la naturaleza; 2): son antropocéntricas, es decir, existe esa preocupación porque se teme que la humanidad se vea seriamente amenazada.
Es el momento, pues, de hacer un nuevo planteamiento para que las organizaciones - las entidades más numerosas del planeta - tomen las riendas: Biomímesis Organizacional, un nuevo modelo de gestión corporativa que aprende de la naturaleza. En el artículo Biomimetic Organisations: A Management Model that Learns from Nature puede leerse la propuesta, cuyo resumen es el siguiente:
"Since the end of the last century, different approaches for corporate management have been appearing that try to incorporate the social advances that are being produced and disseminated thanks to the greater capacity of communication available through social networks and other traditional avenues. Among the best known are Corporate Social Responsibility, Sustainability, the Circular Economy, and Collaborative Economics. All of them add value to organisations, and all of them have a common characteristic: they are anthropocentric approaches. Our proposal goes a step further: we need a worldview that is capable of placing organisations in a position of continuous learning looking at nature, because it is the best way to integrate into it as a more ecosystem and thus achieve its flowering respecting the once to all the other subsystems that make up the planet: Organizational Biomimicry. This work compares the anthropocentric vision with the worldview at the same time that it offers a guide of the essential steps so that Organizational Biomimicry is the new model of corporate management".
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Referencias:
Benyus, J.M. (2012): Biomímesis: Cómo la ciencia innova inspirándose en la naturaleza. Tusquets Editores, Barcelona.
Campo, A. et al., (2010): Artificial pheromone for path selection by a foragingswarm of robots. Biological Cybernetics, iol Cybern 103:339–352DOI 10.1007/s00422-010-0402-x)
Capra, F. (2006): Las conexiones ocultas: Implicaciones sociales, medioambientales, económicas y biológicas de una nueva visión del mundo. Anagrama
Epstein, M. J. (2008): Making Sustainability Work: Best Practices in Managing and Measuring Corporate Social, Environmental and Economic Impacts. Greenleaf Publishing.
Goodstein, L. (1999): Meandering to the top. A personal and professional odyssey. The Psychologist Manager Journal, 3, 71-83
Hawken, P. (1997): Negocio y Ecología. Ediciones Flor del Viento
Olaizola, E. et al.: . Biomimetic Organisations: A Management Model that Learns from Nature. Sustainability 2020, 12, 2329.
MacIntyre, A., (2018): Animales racionales y dependientes. Por qué los seres humanos necesitamos las virtudes. Paidós Básica, Barcelona
Pauli, G. (2015): La economía azul: 10 años, 100 innovaciones, 100 millones empleos. Tusquets Editores, Barcelona
Rogovsky, I. en Olaizola, E., Gil, X. (2017): Biomimética Organizacional. Ebook publicado por Atlantic International University (http://dh.hpublication.com/publication/81ca8b3c/mobile/
Salas Mirat, C., Bedoya Frutos, C., Adell Argilés, J.M. (2018): Antonio Gaudí, precursor de la sostenibilidad y la biomimética en la arquitectura, con 100 años de antelación En: ACE: Architecture, City and Environment = Arquitectura, Ciudad y Entorno, 13 (37): 71-98, 2018. DOI: http://dx.doi.org/10.5821/ace.13.37.5348 ISSN: 1886-4805.
Vogel, S. (2000): Ancas y palancas. Mecánica natural y mecánica humana. Tusquets Editores, Barcelona.