No había en toda Atenas comida más barata que las lentejas.
Dicho de otra manera, comer un guiso de lentejas era definirse en estado de gran precariedad y necesidad.
Pasó un ministro del emperador y le dijo:
- ¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular un poco al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas...
Diógenes dejó de comer, levantó la vista y, mirando profundamente al adulador interlocutor, le dijo:
- ¡Ay de ti, hermano! Si aprendieras a comer algunas lentejas, no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador.
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Quizás Diógenes tenga razón. Y si yo me planteo...
- Sacar más partido a lo que tengo, podría sencillamente ser más feliz;
- No luchar por conseguir lo que no necesito, podría rebajar los niveles de tensión;
- Sacar provecho a lo sencillo, probablemente podría ayudarme a estar mejor.
Estas reflexiones que suelen hacerse periódicamente pueden servir para revisar nuestros comportamientos rutinarios, porque es casi seguro que encontramos alguno mejorable.
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