19 de mayo de 2021

Tan lista como las hormigas

 Por razones que no vienen al caso, hace ya bastante tiempo pasé más de un mes, dos veces al día, enseñando a una persona una rutina importante para sus intereses y los míos.  Se trataba de caminar algunas calles, entrar en la estación del tren de cercanías, tomar el tren adecuado para llegar a la ciudad, caminar varias calles, bajar al metro, dirigirse a la línea adecuada, tomar el tren adecuado, bajarse en la parada adecuada, caminar varias calles y alcanzar finalmente el destino deseado.  Un trayecto largo y un tanto complicado, máxime para una persona que siempre había ido acompañada a todas partes.  

Así que, para asegurar el éxito, decidí diseñar un procedimiento ad hoc que ayudara a mi discípula a interiorizar la rutina: era muy importante que llegara a tener capacidad de moverse libremente y sin titubeos ante cada una de las decisiones que tenía que tomar durante el trayecto.

De forma que eché mano de una de tantas cosas que aprendí de los ingenieros y diseñé un procedimiento al más puro estilo ingenieril, con las  10 fases  ya citadas y sus correspondientes puntos clave.  Los puntos clave dentro de cada fase eran imprescindibles para fijar la atención en las cosas  importantes que había que hacer y en las cosas importantes que había que evitar.  Por ejemplo:

  • Tienes que ir al andén de la izquierda, porque tú eres zurda y te gusta hacer las cosas con la izquierda;
  • El nombre de la estación en la que tienes que bajar es "A", te acordarás muy bien porque rima con "a", como aquél cuento que te gustaba tanto cuando eras pequeña;
  • Para saber que ya te falta poco para llegar tienes que mirar por la ventanilla del tren y cuando veas un edificio así y asá, que se parece a xxxx (algo bonito y familiar para ella) y además unas farolas de tal y tal forma, que se parecen a yyyy y además aquél semáforo que está entre tal y tal como si fuera un zzzzz...  Y así sucesivamente para cada una de las fases.

También hacía que reparase en qué no debía tomar como referencia, como por ejemplo los coches rojos que veía, los carteles publicitarios, o cualquier otra cosa que le llamase la atención pero probablemente no estaría allí de forma permanente.

Durante la primera etapa del proceso yo iba mostrando todas las fases y sus correspondientes puntos clave para que ella los fuera repitiendo;  en la segunda etapa era ella quien los iba mencionando  uno a uno en su momento, como si ella dirigiera el recorrido, así yo podía ver el grado de interiorización de cada uno y corregir lo que fuera menester;  en la tercera y última etapa, ella hacía sola todo el recorrido y yo iba a una distancia prudencial, sin que ella lo supiera ni me viera, por si tenía alguna dificultad.

El procedimiento funcionó tan bien que aún ahora, después de muchos años, ha funcionado perfectamente después de más de un año de no aplicarlo a causa de la pandemia.

 Y aquí estoy yo, felicitándome por mi ocurrencia y dándome palmaditas por haber descubierto la piedra filosofal 😂😂😂... y de repente leo esto:

 Las hormigas tienen la habilidad de enseñar a los de su especie a través de un proceso llamado tandem running, cuyo principio consiste en que una hormiga experimentada muestra a sus compañeras (todas las hormigas obreras son hembras) el camino hacia la comida.  Se observa en la especie europea Temnothorax albipennis, la cual depende de puntos de referencia como árboles y rocas, además de rastros de olor, para recordar la ruta desde el hormiguero hasta una nueva fuente de alimento.  Para que varias hormigas puedan hallar comida, aquella que conoce el camino debe enseñarlo. La maestra corre al frente para mostrar el trayecto, pero se detiene de forma constante a esperar a su aprendiza, que avanza más despacio, al parecer porque necesita tiempo para tomar nota de los puntos de referencia por los que pasan.  Cuando la aprendiza está lista, toca a su maestra con las antenas y el recorrido continúa.  Es así como se cumplen los tres criterios de una "auténtica enseñanza":  la actividad sucede cuando la maestra se encuentra con una alumna que necesita aprender el camino, supone un afán por parte de la maestra (quien debe detenerse y esperar) y la alumna aprende más rápido que si hubiera hecho el recorrido por su cuenta. (Sverdrup-Thygeson, A, Terra Insecta  (2020) p. 37).


 ¡Glubs! Seguimos creyéndonos los reyes y señores de la naturaleza, y una hormiga -animal que pesa unos 3 miligramos y tiene un cerebro de aproximadamente un 1 milímetro cúbico- se comporta con sus compañeras como una buena profesora universitaria.  

Una vez más se constata que la naturaleza ha tenido miles y miles de años para aprender por ensayo y error. Emulémosla para ir mejorando y para comportarnos en consonancia con nuestro entorno, porque, como decía Einstein, mirar detenidamente a la naturaleza es la forma de entender todo mucho mejor.

Y estoy muy contenta de saber que soy tan lista como las hormigas 😀.

 

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