14 de marzo de 2020

Durmiendo con mi maleta

Divertimento: guía práctica de Greenwashing para el sector hotelero.

El sector turístico, que como todos sabemos supone el 15% del  PIB español, busca constantemente cómo conseguir la atención de los viajeros para afianzar e incrementar su negocio.  Y eso se puede conseguir de muchas formas, una de las cuales es aplicando creatividad.

Conozco muchísimas buenas prácticas que suelen ser producto de muchos años de buen trabajo, con objetivos claramente definidos y evaluación adecuada de los resultados;  pero en este momento me voy a centrar en las prácticas de un céntrico hotel madrileño, cuya creatividad se merece este artículo como mínimo. No te revelo su nombre porque ya he escrito en Tripadvisor  mi opinión "formal", y la intención ahora es echar un vistazo humorístico a la realidad que te puedes encontrar cuando te alojas en un hotel desconocido para ti.

Lo elegí porque su publicidad me pareció que se refería a un negocio sensibilizado con el medio ambiente.  Las pistas que tenía eran:

  • amenities ecológicos;
  • materiales de construcción reciclados y biodegradables;
  • reciclaje de desperdicios,
  • plantación de árboles,
  • cambian las toallas cada tres días;
  • alquiler de patines ecológicos.

La habitación que me destinaron tenía las siguientes características:

  • la pieza destinada a inodoro era tan minúscula que, a pesar de que soy bajita, estaba a punto de golpearme la cabeza con la pared al menor movimiento;

  • el "no armario"  (una especie de burra colgada en la pared con unas pocas perchas) estaba tan alto que me resultaba completamente imposible utilizarlo, por lo que las prendas tuvieron que quedarse en la maleta. Pregunta tonta: ¿cómo hacen los clientes bajos para acceder a las perchas y los clientes altos para utilizar el inodoro sin percances?

  • El lavamanos era una pieza independiente instalada en la misma habitación, dotado de una minúscula repisa en la que no cabía siquiera el minineceser que utilizo en viajes cortos. Pregunta tonta: ¿en qué se mejora el cuidado del medio ambiente dificultando el aseo de los clientes?

  • Amenities inexistentes.  Una vez en la habitación, cuando ya te has puesto el pijama, vas a hacer tus abluciones y estás casi a punto de irte a la cama, descubres un letrero donde te explican que puedes pedirlas en recepción.  Preguntas tontas: ¿Tan difícil resulta informar al viajero en recepción, antes de que se instale en su habitación? ¿Un vaso para poder recoger agua para lavarse los dientes es una amenity? ¿Es más  ecológico dejar correr el agua al lavarse los dientes?

  • La ducha "ártica": agua helada durante un laaaaaargo rato, no sé cuánto tuve que esperar para que comenzara a caer templada. Pregunta tonta: ¿qué es más ecológico, congelar al cliente o invitarle a derrochar litros y litros de agua hasta que consiga una temperatura aceptable?

  • Aire acondicionado imposible de apagar, supongo que debería de estar programado para que su runrún acompañara el sueño del viajero durante toda la noche.  Y además tenía otra ventaja añadida: disminuía la desagradable sensación de fresquito que se colaba por el balcón. Pregunta tonta: ¿Es más ecológico dejar en marcha el aire acondicionado toda la noche que sellar bien las puertas del balcón?

  • Y ahora lo mejor de todo:   no había ningún mueble destinado a colocar la maleta y, dadas las dimensiones de la habitación, resultaba totalmente imposible dejarla abierta en el suelo (cosa por otra parte imprescindible si no se puede usar el "no armario"). Pregunta tonta: ¿cómo acceder al contenido de la maleta sin tener ningún sitio para colocar la maleta?  Esta pregunta sí puedo respondértela:  colocándola abierta encima de la cama.

 La verdad es que la experiencia de tener como compañera de lecho a una maleta me resultó muy curiosa.  Una buena compañera, la verdad: no roncaba, no tiraba del edredón hacia sí, no ocupaba más sitio del que yo le había asignado, no pegaba codazos, no soñaba en voz alta, me permitía investigar en su intimidad sin ninguna queja por su parte...  

Y esa novedad me mantuvo un rato despierta, mientras me rondaban por la cabeza preguntas juguetonas del tipo ¿por qué he de comprar los servicios de un hotel que no me permite colgar la ropa, moverme en el espacio de aseo, colocar mi neceser, disponer de un triste vaso,  apagar el aire acondicionado, disponer para mí de la totalidad de la cama...?

¡Aaaaah! me contestó un duencedillo travieso: porque además de todas esas ventajas  medioambientales que has citado todavía no has  resaltado las dos principales:
  •  Si accedes a que no limpien tu habitación durante tres días colaboran en la plantación de árboles. Preguntas tontas: ¿durante esos tres días qué hacen las kellys, les pagan por no trabajar, las despiden, contratan menos personal del necesario en función del número de habitaciones?  ¿Seguro que colaboran plantando árboles?
  •  Las toallas solo se cambian cada tres días.  Preguntas tontas: ¿las cambian los días que contratan a las kellys? ¿Hay algún cliente que aguante tres días en habitaciones así?

 Conozco bastantes hoteles, de diferentes categorías, españoles y extranjeros, pero éste me ha brindado una nueva experiencia.  Creo que se han equivocado con la publicidad: ¿qué tal algo como "ven a probar lo que no has probado nunca, una nueva forma de dormir con compañía insospechada; seguro que quedarás muy sorprendido"? 😈.