29 de octubre de 2016

¿Qué tipo de contenedor emocional eres?


Hace poco tiempo leí un artículo que explicaba cómo organizar los armarios roperos aprovechando un cambio de temporada.  Primero pensé hay que ver cómo se ganan la vida algunas personas, un artículo entero para un tema tan baladí.  A los pocos días me vino a la memoria el citado artículo y mi soliloquio tomó un rumbo distinto:  Sí, sí, será una tontería, pero yo lo leí hasta el final". 

Pero ahí no quedó la cosa: por tercera vez en poco tiempo, en una de esas noches en las que cuesta conciliar el sueño, recordé el artículo desde otra perspectiva:  el párrafo que llamó mi atención cuando lo leí se refería a qué criterios utilizar para desechar la ropa. 

¡Qué curioso!  Lista de criterios para desechar la ropa.  Es verdad, y también utilizamos criterios para reordenar el despacho, el taller, las guanteras del coche... cualquier espacio en el que hemos ido depositando diferentes objetos.Y a medida que vamos viviendo vamos cambiando los criterios de selección y también los contenedores para guardar los objetos.

Así que hoy vamos a hablar de contenedores.

Los contenedores de la imagen se utilizan para reciclar:  depositamos ahí algo que ya no queremos con nosotros pero que pensamos que de una u otra forma se podrá procesar.

Las personas también hacemos de contenedores, en este caso de las emociones ajenas.  Asumimos ese rol de forma intuitiva o profesional, pero casi todo el mundo es / ha sido / será depositario de las confidencias de alguien. Está muy bien, porque es una forma espléndida de estrechar lazos afectivos, consolidar relaciones interpersonales, mejorar las capacidades de escucha activa, ayudar a otra persona en momentos delicados, etc., etc.  Cuando hacemos de contenedor de las emociones ajenas estamos tomando parte activa en su labor de procesamiento:  al finalizar el proceso, esas emociones no habrán desaparecido, sino que se habrán transformado en algo diferente y más útil listo para darle un nuevo uso.

Me conviene, además, distinguir entre los diferentes tipos de "contenedores".  Pasa igual que con los contenedores "de verdad":  si echo el aceite en el contenedor del papel estropeo el papel, el aciete no se recupera y además se contamina el medio ambiente.   Por eso cada contenedor "de verdad" tiene sus propias características de forma, color, etc., es importante saber cuál conviene utilizar en cada oportunidad.

Así que vamos a hacer una clasificación de "contenedores", para no echar el aceite en el de papel :-)

 Contenedor estándar, con color estandarizado que todo el mundo conoce: aquí se puede depositar casi cualquier tipo de vidrio. Dejamos en él nuestras botellas y similares sin pensar demasiado, en un acto casi reflejo producto de la costumbre.  Pocas personas se paran a pensar qué tipo de vidrio no puede echarse en este contenedor.  Es el de vidrio, ya está.

Si nosotros estamos haciendo de "contenedor" y mostramos esta imagen estándar,  es probable que viertan en nosotros cualquier cosa que convenga reciclar, como una riña con un compañero de  trabajo o remordimientos por un grave atropello a los derechos de otras personas. Existen muchas posibilidades de que no podamos procesar esos contenidos y nos sintamos como el papel impregnado de aceite:  incapaces de mejorar la situación ajena y nosotros llenos de pringue.

Contenedor artístico: a pesar de que la forma es idéntica al anterior, éste presenta una novedad atrayente:  reproduce una conocida obra de arte. Llama la atención e invita a acercarse, contemplarlo y utilizarlo. No sé si el ayuntamiento de Pamplona desea hermosear la ciudad, concienciar a los ciudadanos de la importancia del reciclaje, evitar los grafitis... pero el caso es que estamos ante un contenedor estándar al que se le ha añadido una capa externa sofisticada y atrayente.

Si nosotros estamos haciendo de contenedor artístico, estamos llamando la atención a los demás para que se acerquen a depositar sus cuitas.  Puede resultarnos gratificante porque a casi todo el mundo le gusta sentirse valorado, pero no estaría mal mirarnos primero a nosotros mismos para ver si en realidad no somos el contenedor estándar con una capa de maquillaje que se puede descascarillar al primer embate.  Seguro que tú también conoces a alguna persona que, probablemente con mejor intención que acierto, ejerce de consultora / asesora / consejera sin contar con los conocimientos necesarios.

En estos casos puede ocurrir que quien hace de "contenedor" vaya acumulando estrés por la inquietud que le genera la inseguridad ante el servicio que presta.  Y quien solicita el apoyo puede verse también perjudicado de diversas maneras: relaciones de dependencia, visiones sesgadas, problemas para avanzar, ...

No obstante, un contenedor artístico puede ser muy útil si quien hace de contenedor se cuida de que quede claro el tipo de ayuda que puede brindar: en el caso de la imagen podría ser útil para depositar las botellas de un botellón urbano, por ejemplo, pero debería dejar claro cuál es su misión.   Nosotros, del mismo modo, podemos dejar claro que podemos ser útiles en desencuentros de parejas, por ejemplo, pero no en traumas infantiles. 

 Contenedor - perezoso: Este contenedor, situado en Tortuguero, es muy diferente.  Mucho más pequeño, esbelto, sirve de base para la escultura de un animal emblemático de la zona.  Los visitantes lo utilizan como papelera en la que depositan cualquier tipo de desecho (papel, vidrio, plástico...).  Resulta muy atractivo y sugerente e incita a utilizarlo.

Un contenedor pequeño que alberga objetos variopintos.  Está claro que se ha de vaciar frecuentemente y que es preciso dedicar un tiempo a clasificar su contenido.  Muy apropiado para la cultura de su entorno, hacer las cosas poco a poco y hacerlas bien, con interés y dedicación;  ese perezoso explica perfectamente el enfoque:  poquito a poco, se puede conseguir  una vida grata y una edad longeva.

Si nosotros estamos haciendo de contenedor - perezoso, nuestra forma de acompañar a la persona que lo necesite es algo así como vierte aquí lo que quieras, pero en pequeña cantidad, porque vamos a procesarlo despacito y con cariño. Seguro que la persona atendida así se encuentra cálidamente acogida y con mejores niveles de bienestar.

Este planteamiento  es apropiado si tenemos formación específica y experiencia  adecuada en acompañar a personas en sus procesos de desarrollo personal.  De no ser así, lo más probable es que vivamos esta situación como impostores, lo cual no es sano ni para nosotros ni para quien ha solicitado el acompañamiento.

 Contenedor - búho: También lo he visto en Tortuguero, y forma parte de la "familia" de contenedores del lugar:  pequeños, artísticos y rematados por un animal del ecosistema. 

Tiene en común con el anterior su pequeña capacidad, pero el animal es muy distinto:  en este caso no se trata solamente de procesar poco contenido cada vez, sino que se procesa contemplándolo con "mirada de búho": con toda la calma que proporciona la inmovilidad de este animal cuando vigila sin interferir, verificando cuidadosamente todo lo que está al alcance de su vista... y recogiendo lo aprovechable, elevar el vuelo y llevárselo a otro lugar para poder disfrutarlo de forma cómoda y segura.

Si nosotros estamos haciendo de contenedor - búho ponemos todos nuestros recursos en detectar y resaltar todos los puntos fuertes y las capacidades de nuestro interlocutor, para ayudarle a que contemple la problemática que nos comparte con "ojos de búho", con una perspectiva diferente en la que apoyarse para superar la situación que le ocupa.  Estamos ayudándole a que saque lo mejor de sí para seguir desarrollándose a partir de sus propios recursos. 

Obviamente este tipo de interrelación no puede darse en cualquier caso, pues exige que la persona que solicita ayuda tenga una base sobre la que apoyarse y, además, que quien hace de contenedor cuente con una sólida experiencia.  De no ser así se pueden generar falsas expectativas, diversas frustraciones  y dolor para ambas partes.  (Sé que hay personas que ignoran deliberadamente estos riesgos buscando su propio beneficio, pero en este caso no hablaríamos de "contenedor  - búho", podríamos decir "contenedor - agujero negro" ).

En esencia, todos podemos hacer de "contenedor".  Es más, lo considero una especie de deber ciudadano porque es una forma de contribuir al bienestar de los demás. La clave para no dañar y no dañarse es reflexionar previamente y preguntarse:  ¿qué tipo de contenedor emocional soy?  Si tu respuesta te gusta, adelante.  Si no te gusta, siempre tienes dos opciones: buscar otra alternativa para ser útil a las personas de tu entorno, y prepararte para lograr ser un buen "contenedor" en el futuro. Porque la base de todo lo demás es que tú te encuentres satisfech@ de tus propias decisiones.

5 de octubre de 2016

Polinización ética y Talento Sénior

Una cálida entrevista que me ha hecho Rosa de Diego, de RNE4, comentando los artículos escritos en este blog, en la página corporativa corporativa  y en Diario Responsable.

Hablamos de la felicidad, de qué podemos hacer para ser más felices, de las relaciones interpersonales, de nuestros comportamientos en la empresa, del trabajo en equipo, de la importancia social de las personas sénior, de los nuevos modelos de gestión que se están implantando en las empresas socialmente responsables...  varios temas en un espacio radiofónico titulado "Llibres, píxels y valors" (Libros, píxels y valores).  Un buen encuadre  :-)

Espero que te guste. Y si quieres aportar tus comentarios será más valioso.  Gracias por anticipado.


1 de octubre de 2016

¿En qué mortero majas tu vida?

En la medida de mis posibilidades, me gusta que mis invitados se encuentren contentos y bien atendidos, así que me he puesto a guisar para ellos y he decidido utilizar uno de los morteros que tengo. ¿Cuál me ofrecería mejor el resultado que persigo?

El mortero es un un útil de cocina que se usa, como sabes, para machacar especias, semillas, etc.

Como todo en esta vida, se puede machacar cualquier cosa, sin ton ni son, de forma distraída o concentrada, mezclando los elementos al tuntún o siguiendo escrupulosamente las cantidades estipuladas en la receta que se esté cocinando...  En función de cómo lo  utilicemos  podremos conseguir un comistrajo o un manjar apetecible cual ambrosía.


Los ingredientes a machacar pueden ser tan diversos como los guisos que se pueden elaborar en una cocina medianamente bien abastecida: es cuestión de saber escoger lo más apropiado, en cada momento, de todo aquello que tengamos en nuestra despensa.

En cualquier caso, el uso del mortero supone que la persona que cocina quiere conseguir una mezcla homogénea pero no triturada, y además supone también que está dispuesta a emplear el tiempo necesario para realizar esta operación de forma manual.

Y, después de contemplar los morteros y escoger el más adecuado, mi cabeza ha dado un salto a otro estadio y me ha susurrado:  "mira, es la representación de la vida".  Así que aquí me tienes, haciendo ese paralelismo.

Veo un mortero pequeñito, de alabastro, prácticamente blanco (el color inocente que lo refleja todo)  en el que apenas caben unos pocos ingredientes. Si decido utilizarlo tendré que ir volcándolos poco a poco y majar despacito, para evitar que salten y se desperdicien. Y, claro, tendré que repetir la operación más de una vez para conseguir la cantidad adecuada.

Este mortero se parece a la infancia:  vamos incorporando poquitos ingredientes, tratándolos poco a poco y en dosis repetidas, para que la criatura pueda ir incorporándolos en sus rutinas diarias hasta que estén bien asimilados:  nociones de higiene, capacidad de aceptar un "no", alegría de compartir... poco a poco, su cabeza y su corazón se irán preparando para abordar con éxito las sucesivas etapas de la vida.  Si elegimos bien los ingredientes y los majamos con perseverancia y delicadeza estamos ayudando a modelar una futura buena persona.

También veo un mortero de cerámica. Amarillo, del color de la alegría y el empuje.  Es más grande que el anterior.  Qué bien, me caben más ingredientes y en mayor cantidad, puedo majar de una forma un poco más enérgica en caso de necesidad sin peligro de que los ingredientes se escapen.  Además, eso es nuevo, dispone de un canal para verter el contenido procesado si lo estimo conveniente.

Este mortero refleja la juventud:  más valores a incorporar, más conocimientos a adquirir, más descubrimientos a hacer, más mezclas para probar y enriquecer el guiso... y con la gran ventaja añadida de que la persona joven ya está en condiciones de comenzar a compartir parte de lo que previamente ha procesado:  tiene suficientes recursos y suficiente bagaje ético como para decidir qué mezclas debe hacer - en función de los ingredientes disponibles y del tipo del guiso a realizar - y qué parte del todo ha de compartir con los demás para favorecer su propio crecimiento y el de su entorno:  familiares, amigos, colegas, pero también entes intangibles como la sociedad y la naturaleza.

El tercer mortero es de piedra.  Piedra oscura, de un color gris - negro, ese color que condensa casi toda la gama de colores.  Además es el más grande de los tres.  En él se pueden conseguir mezclas de lo más variopinto, porque su gran capacidad permite trabajar simultáneamente la cantidad de ingredientes que deseemos, con la única limitación de tenerlos disponibles en la despensa. También nos permite majar despacito o vigorosamentes, sin riesgo de perder los ingredientes.  Y cuenta también con el canal para verter el contenido procesado.

Este mortero representa la etapa adulta: se han absorbido muchos colores / experiencias, se tiene más capacidad de recibir y procesar múltiples ingredientes a la vez, se pueden conseguir más mezclas diversas en función de más variables diferentes, se pueden  aprehender las experiencias de forma más sutil o enérgica... y se tiene el canal más amplio de los tres modelos, apto para compartir más, mejor y más a menudo con los demás.

Así que los ingredientes son las situaciones que nos depara la vida, y los morteros son lo que hacemos con esas situaciones: pequeño mortero = pequeña elaboración, etc.

No podemos utilizar ingredientes que no estén a nuestro alcance, del mismo modo que no podemos utilizar  situaciones que están viviendo otras personas.  En cambio,  podemos decidir  qué mortero vamos a usar,  (salvo en la infancia, obligados a usar el blanco, pequeño y de alabastro) amarillo, mediano y de cerámica en la juventud, y gris, de piedra y grande en la edad adulta.

Fíjate en qué forma se pueden apilar:




El mortero de la edad adulta contiene en sí los de la infancia y la juventud, y puede además hacer algo que los otros dos no pueden:  trabajar con pocos o muchos ingredientes y con pocas o muchas cantidades.  Es decir, el mortero grande puede hacer lo mismo que el pequeño y el mediano, y además hace algo más sofisticado y complejo que no pueden hacer los demás.

Así que, en resumen, una persona adulta puede elegir si conviene comportarse como un niño, un joven o un adulto:  la elección estará subordinada a la cantidad, calidad y simultaneidad de los "ingredientes" a tratar y de los resultados a compartir.

Por eso me gustan tanto las personas que, sin dejar de ser adultas, se comportan a veces - conscientemente - como niños o jóvenes.  Maravillas de nuestra compleja esencia humana :-)