31 de diciembre de 2020

¿Se puede utilizar la Biomímesis para hacer lavado verde?

 Afortunadamente, cada vez es más frecuente que científicos y expertos vuelvan su vista hacia la naturaleza, porque se están dando cuenta de que el modus operandi que impera en nuestra sociedad respecto a la forma de hacer negocios es francamente ruinosa para el planeta y, por ende, nos pone a nosotros en peligro como especie.

A pesar de que esa es una postura muy antropocéntrica, la recibo esperanzada si nos ayuda a redirigir la sociedad hacia derroteros más respetuosos y saludables para todos los seres vivos (incluidos nosotros, obviamente).

Por eso procuro estar al día sobre los avances que se hacen desde el enfoque biomimético (Biomímesis = bio [vida] + mímesis [imitación]).  

Este artículo que estás leyendo hace mención a mi última lectura sobre el tema.

Podemos encontrarnos con avances que, desde mi punto de vista, no son avances biomiméticos.  Creo que es importante que los divulgadores de ciencia precisen bien los términos, porque las malas interpretaciones pueden dar lugar a eso tan terrible que llamamos greenwashing o lavado verde, tan de moda desafortunadamente.  

De hecho, tenemos muchas organizaciones especializadas en hacernos creer que hacen las cosas muy bien y nos torpedean un día sí y otro también con su publicidad engañosa:  empresas del sector lácteo que nos hablan de bienestar animal, del sector hotelero que nos venden maravillas muy alejadas de la realidad, y tantos otros malos ejemplos que sería prolijo enumerar. De hecho tenemos tantos malos  ejemplos que me permití montar una historieta humorística sobre el lavado verde.

En el mundo científico no suele existir, afortunadamente, ese afán de lucro que induce a tergiversar las cosas para engañar al cliente y obtener más beneficios económicos. Pero una mala interpretación puede dar lugar a comportamientos no deseables por parte de la ciudadanía; por ejemplo, si creemos que la fruta durián es perfecta para recargar nuestros móviles, cuando esta tecnología pueda comercializarse la adquiriremos encantados y estaremos infligiendo un gran castigo al planeta.  Y lo haremos con la mejor intención, de la misma forma que tendemos a comprar productos etiquetados como "eco", "bio" y similares sin haber tenido la oportunidad de averiguar qué se esconde realmente detrás de ese término.

Te dejo aquí el artículo que ha provocado mis reflexiones: Triunfa la ciencia inspirada en la naturaleza, y el mío con las reflexiones que me ha provocado cada uno de los avances que expone:  Biomímesis: ¿emular, o explotar a la naturaleza?

Te dejo también mi aportación al esperanzador mundo de la Biomímesis, esta vez desde el enfoque de la gestión corporativa: Biomimetic Organisations: A Management Model that Learns from Nature.

Leeré encantada tus aportaciones si te decides a hacerlas. Y agradecida, claro 😀

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Enlaces relacionados:

La natura como maestra

Objetivo: salvar un planeta agonizante

11 de noviembre de 2020

El antropocentrismo nos está matando... a todos


Una vez más nos encontramos ante la tesitura de masacrar miles y miles de animales no humanos o permitir que una pandemia merme a los animales humanos. En esta ocasión se ha decidido eliminar millones de visones criados en granjas.


Es fácil de entender que las autoridades sanitarias, como la OMS, recomienden diferentes medidas para protegernos de los peligros de la zoonosis. Lo que ya cuesta más de aceptar es que hemos llegado a esas situaciones de riesgo por nuestro empecinado antropocentrismo:  estamos convencidos de que somos los reyes de la naturaleza, podemos utilizarla a nuestra conveniencia y cualquier decisión que nos favorezca como especie se acepta sin discusión.


En el caso concreto de los visones (obviamente podríamos hablar de muchísimos otros animales) nos permitimos torturarlos de diversas formas para satisfacer "necesidades" tan básicas como mostrar estatus social, estar a la última, lucir un  bello cuerpo adornado con bellos aditamentos… sin querer reflexionar ni por un momento en qué posición queda nuestro sentido de la ética.


anima naturalis explica que las condiciones de vida de las granjas peleteras para los animales obligados a vivir allí son desastrosas: o bien permanecen aislados o hacinados en estrechas jaulas metálicas, en naves cubiertas o a veces expuestos a las inclemencias del tiempo. Los animales están estresados (los visones son animales solitarios que se estresan mucho con el hacinamiento), y el aburrimiento y falta de estímulos los hacen automutilarse (mordiendo sus patas o colas), y también que, en las granjas peleteras, los animales son muertos de manera tal que su piel no resulte perjudicada. Por ello, son usualmente gaseados o electrocutados por vía bucal, anal o vaginal; o también son desnucados. Por el ritmo frenético de la granja, muchas veces los animales ni siquiera están totalmente muertos cuando son despellejados. Los restos de su cuerpo son vendidos a la industria cárnica de alimento para perros y gatos, o para la fabricación de abonos.


Una vida horrible seguida de una muerte horrible.  Para que unos cuantos animales humanos se vean guapos y todos los demás lo consideremos normal.   Y cuando no nos conviene -  por razones de seguridad de los animales humanos - continuar con esa tortura decidimos exterminar a cuantos animales no humanos sea preciso.

 


 
Según Amérigo,  existen personas antropocéntricas que centran su énfasis en lo humano y consideran a la naturaleza desde una perspectiva de control y utilidad; personas biosféricas que parecen preocupados por la contaminación de la naturaleza y que destacan características intrínsecas de la misma y, finalmente, personas apáticas, poco implicadas en las cuestiones medioambientales.  De acuerdo con esta definición, parece bastante claro que el conjunto personas antropocéntricas + personas apáticas están provocando que el entorno natural se degrade a pasos agigantados.


de Waal, por su parte, argumenta que si bien es cierto que los animales no son humanos, es igualmente cierto que los humanos son animales.  La resistencia ante esta sencilla pero innegable verdad subyace en la  resistencia frente al antropomorfismo.  He definido esta  resistencia como antroponegación: el rechazo a priori de características compartidas entre humanos y animales.  La antroponegación denota una ceguera voluntaria hacia las características humanas de los animales tanto como a las característica animales de los humanos.


Seguramente las personas biosféricas están de acuerdo con Riechmann: los seres vivos son dignos de consideración moral en virtud de que poseen intereses en la medida en que tienen un bien propio, y también con Mosterín:  Cada especie animal tiene su tipo de bienestar, lo que Aristóteles llamaba su bien.  Este bienestar depende de condiciones objetivas (sus intereses) que determinan su supervivencia, su salud, su ausencia de dolor y el despliegue de sus capacidades y actividades características.  


Marta Tafalla abunda en el tema argumentando que nuestra civilización se resiste a tomar conciencia del ecocidio que estamos cometiendo, pero, cuando lo hace, se centra en el calentamiento global y en sus consecuencias para la humanidad.  Mucha menos atención recibe el exterminio global de especies de fauna y flora. Nos hemos encerrado en una burbuja antropocéntrica que niega el vínculo con el resto de seres vivos, pero eso solo ha servido para fomentar la ignorancia y el egoísmo que amenazan con destruir la biosfera.  Necesitamos salir de la burbuja y reconocernos como animales ecodependientes.


Por eso, Chaverri Súarez expone que  corresponde a la bioética ocuparse de la relación responsable entre el hombre y los animales, en donde el bienestar animal debería ser prioridad para visualizar a los animales como dignos de ser objeto de consideración moral y de derecho.


Tal como explica Burroughs,  al estudiar la naturaleza, lo importante no es tanto lo que vemos sino cómo interpretamos lo que vemos.  ¿Llegamos al verdadero significado de los hechos? ¿Sacamos las conclusiones correctas?  El hombre observó los fósiles en las rocas durante muchos años antes de llegar a la conclusión acertada.  Lo mismo ocurre con cientos de otras cosas en la naturaleza y en la vida.


Urge que escuchemos a científicos, filósofos y otros animales humanos que nos aportan conocimiento para enderezar el rumbo:  la ética más elemental y el dramatismo de la destrucción actual de la naturaleza  debería impelernos a respetar a los animales.



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Referencias

Amérigo, M. (2009):  Concepciones del ser humano y la naturaleza desde el antropocentrismo y el biosferismo. Medio Ambiente y Comportamiento Humano 2009,10(3), 217-234. SSN 1576-6462.

Burroughs  (2018):  El arte de ver las cosas.  Errata naturae, Madrid.

Chaverri  Súarez, F. (2011):   Bioética animal: antropocentrismo y otras reflexiones. Praxis 66 - Enero-Julio.

de Waal, F. (2019):  Primates y filósofos, la evolución de la moral del simio al hombre. Paidós Transiciones.

Mosterín, J.  (2008):   Lo mejor posible: Racionalidad y acción humana.   Grupo Anaya Publicaciones, Colección Alianza Ensayo.
 

 Riechmann, J.,  (2000): Un mundo vulnerable. Madrid. Catarata.

Tafalla, M. (2019):  Ecoanimal. Una estética plurisensorial, ecologista y animalista.
Plaza y Valdés .   


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Noticias en medios:
•    anima naturalis: Animales para vestir

•    Redacción, noticia en BBC  News Mundo: Coronavirus en España: el sacrificio de casi 100.000 visones con coronavirus (y las dudas sobre cómo se contagiaron)

•    Redacción, noticia en Infocielo: Dinamarca sacrificará 17 millones por el Covid

•    Sánchez, E.  noticia en El País: En España se crían 750.000 visones en 37 granjas


 

14 de septiembre de 2020

Abejas y startups

 Hay muchas formas de fundar una empresa, y en los últimos tiempos hablamos frecuentemente de las startups. También para este enfoque podemos encontrar preciosos paralelismos en la naturaleza, como no podía ser de otra forma:  esta vez, vamos a aprender de las abejas.

@Shopify  y @ThinkAndStart  definen  Startup como "una organización humana con gran capacidad de cambio, que desarrolla productos o servicios, de gran innovación, altamente deseados o requeridos por el mercado, donde su diseño y comercialización están orientados completamente al cliente".
 
Tengo para mí que las startups exitosas copian su modelo de gestión del mundo de las abejas, o, si no es así, el mundo de las abejas puede ser un buen ejemplo para quienes deseen arrancar una startup.  Veámoslo utilizando para ello un precioso artículo de  Pilar De la Rúa  y #JoséSerranoMarino, de la UMU, Las abejas también se mudan: ¿qué hacemos si eligen nuestra casa?

El enjambre constituye la forma natural de reproducción de la colmena.  En el mundo de las abejas, conforme avanza la primavera, la entrada creciente de néctar y polen merced al trabajo incesante de las exploradoras es el estímulo para que la reina ponga un número igualmente creciente de huevos, hasta 1500 o más cada día. 

El resultado de esta actividad frenética es una explosión demográfica que puede superar los 60000 individuos.  Empieza entonces a faltar el espacio en la colmena.  A este problema se añade otro estrechamente relacionado:  el control basado en feromonas que ejerce la reina para que solo ella pueda depositar huevos se debilita al aumentar la densidad de indivuos.
 
Cuando una empresa estandariza y optimiza sus procesos hasta  alcanzar altas cotas de producción en serie (como por ejemplo fábricas de neumáticos), va copando el mercado con su producto y de forma paralela se va acumulando en el planeta una serie de  residuos indeseados, además de alienar generalmente a los empleados con rigurosos procedimientos que no dejan la más mínima opción a aplicar sus habilidades de alguna otra forma.

Estos factores, y otros como la edad de la reina, son el incentivo para que algunas obreras comiencen el proceso reproductivo. Para ello toman huevos recién puestos por la reina, los sacan de la celdilla ordinaria y los depositan en celdas mucho más grandes, la “realeras”, donde la alimentación exclusiva con jalea real dará lugar a numerosas reinas vírgenes.

 En esa etapa en que residuos y personas son tratadas de forma similar - algo que sobra y/o no merece la pena sacarle más partido - algunos empleados comienzan a  interiorizar el know how corporativo que esté a su alcance y a formarse  por su cuenta en conocimientos y habilidades para poder dibujarse un futuro mejor.  También suele ocurrir que esta etapa de formación sea compartida por varios empleados, que han soñado juntos la creación de un negocio compartido.

Cuando aún se están desarrollando como larvas, estas reinas jóvenes ya emiten feromonas peculiares. Estas sustancias y otros factores de la colmena acaban “convenciendo” a la reina de que sus días de monarca única están contados. Es la hora de enjambrar.

Nuestros empleados / reinas jóvenes emiten sus feromonas peculiares: comienzan a compartir los nuevos conocimientos adquiridos y a dibujar el esbozo de su próximo futuro profesional común.

Si la climatología es favorable, la reina se sitúa en la puerta (piquera) de la colmena y haciendo uso intenso de su atracción química, llama a todas las abejas que puede. Estas ingieren rápidamente una buena cantidad de miel y polen, y en un momento determinado, generalmente a primera hora de una mañana soleada, emprenden el vuelo formando un enjambre. Habrá unas 10 000 o 20 000 abejas, que siguen a la reina hasta un lugar generalmente cercano, donde se toman un descanso y comienzan la búsqueda del lugar idóneo para fundar una nueva colonia.

Si la situación social y las condiciones del mercado son favorables, la persona que en principio hará de líder del nuevo equipo aglutina a su alrededor al resto de compañeros para conseguir un equipo compacto, de forma que cada uno de los componentes se sientan partícipes del nuevo proyecto y sean proclives a compartir conocimientos y experiencias orientadas a la nueva realidad que ya vislumbran. 
En esta etapa suele ser habitual que el nuevo equipo se instale en un local prestado, una  incubadora o algún otro lugar que facilite el arranque del proyecto ofreciendo no solo el espacio, sino apoyos de diverso tipo (económico, tecnológico, etc. en forma de préstamos blandos,  plataformas de micromecenazgo, business angels, asesoría pro bono,  etc.).

Elegir el emplazamiento adecuado es toda una demostración de comportamiento social en cuanto al proceder cooperativo y democrático. Varias exploradoras salen del enjambre y visitan lugares diversos. Después de una inspección cuidadosa de lugares candidatos (humedad, oscuridad, abrigo de vientos, entradas y salidas defendibles), regresan a la bola de abejas del enjambre.

En esta etapa, cada uno de los miembros del equipo se acerca a sus contactos profesionales, personales y familiares que puedan aportar alguna visión enriquecedora y /o algún tipo de apoyo extra, navegan en las redes, acuden a congresos y jornadas profesionales, contactan con antiguos profesores… de forma que entre todos recogen numerosos datos valiosos para decidir cómo, cuándo y dónde les conviene establecerse.

Comienza entonces la información persuasiva: la exploradora que trae una valoración discreta de un lugar mediocre ejecutará una variante especial de la famosa “danza de las abejas”, y comunicará sus impresiones poco estimulantes. La que vuelve con una valoración elevada ejecutará la danza con gran vigor y a los pocos minutos emprende el vuelo nuevamente, pero ahora seguida por un número notable de abejas del enjambre, que quieren verificar si el lugar es tan bueno como dice la exploradora entusiasta. 

La puesta en común de la información recogida es vital para poder tomar una decisión, de forma que todo el equipo escucha las nuevas que aporta cada miembro y después realizan entre todos un análisis de los datos recopilados, a fin de sopesar puntos fuertes y débiles de cada una de las opciones que se perfilan.  Normalmente se decantan por una o dos que parecen más favorables, de forma que la siguiente etapa consiste en que todo el equipo verifique la bondad de la información para poder decidir con mínimo riesgo.

Poco a poco el enjambre irá descartando sitios hasta quedar finalmente uno, que es elegido por ser el que despierta mayor interés para el mayor número de exploradoras. En el enjambre se ha generado una mayoría de abejas informadas y convencidas, y entonces todas emprenden el vuelo hacia el nuevo hogar.

En este momento es importante para el equipo que todos los miembros alcancen el consenso, puesto que van a hacer una apuesta arriesgada:  salir de la pequeña zona de confort que les alberga hasta el momento para establecerse por cuenta propia.

Entre sus reflexiones finales, los autores explican que la fobia a los enjambres se traduce en el rechazo a su presencia por parte de las personas que habitan allí donde se hayan instalado. Sin embargo, hay que recalcar que las abejas de la nueva colmena no van a picar a las personas que están cerca, a menos que sientan que algún enemigo quiere atacar su casa. Solo entonces sus habitantes saldrán a defender la colonia sin importar la vida propia.

Puede suceder que esta nueva "colmena" sufra el rechazo de "vecinos" tradicionales que ven amenazada su cómoda vida de siempre produciendo, vendiendo o consumiendo como siempre se ha hecho.  Si esos "vecinos" son inteligentes, en vez de atacar a la colmena para destrozarla harán bien en estudiar sus peculiaridades para poder amoldar sus negocios a la nueva era.  Si no son inteligentes es probable que boicoteen a la nueva empresa mediante bulos en las  redes, campañas de propaganda, desinformaciones prediseñadas y otras muchas artimañas que, afortunadamente, son conocidas por cada vez más ciudadanos concienciados y responsables.

Es muy posible que conozcas algunas startups que valgan la pena, en cuyo caso te recomiendo que les hagas toda la propaganda posible porque son el futuro de nuestra sociedad.  Y me aplico el cuento dejando aquí algunos enlaces a empresas que han seguido el proceso descrito y me gustan especialmente por lo que tienen de añadido:  ayudan a disminuir los residuos industriales que están destrozando el planeta.

·         ecoalf : elaboran prendas de vestir a partir de  viejas redes de pesca recuperadas del mar.

·        Vegea:  productos veganos a partir de restos orgánicos.

·        Gomavial:  productos industriales a partir de neumáticos.

   Saye, la firma de zapatillas veganas que planta árboles.
 
         Bioo, electricidad a partir de restos orgánicos.

Trabajar en pro de un futuro bueno para la empresa y sus partícipes y para llegar a la vez a ser una parte integrante del planeta (en vez de esquilmarlo como acostumbran las empresas "normalizadas")  es un planteamiento plausible e imprescindible en este siglo.  Bienvenidas sean.

26 de julio de 2020

Biomimética: ¿en qué se parecen una cebra y un buque?




Norman Wilkinson, artista marino británico, diseñó un complejo modelo de patrones de formas geométricas en fuertes colores, que  se interrumpen y cruzan entre sí de forma aparentemente aleatoria.

Para asegurarse del efecto final, acudió a la Royal Academy of Arts y solicitó a un gran equipo -  formado mayoritariamente por mujeres - que hicieran pruebas con diferentes maquetas de barco realizadas en madera.  Utilizaron para ello múltiples maquetas distintas unas de otras, y también tonedas de pintura de diferentes colores.

El objetivo de Wilkison no era estético, sino militar.  Había descubierto el "camuflaje disruptivo" o "camuflaje deslumbrante", algo muy útil para la armada británica durante la primera guerra mundial.  No se trataba de ocultar los barcos británicos  al enemigo alemán, sino de confundir al oficial del submarino encargado de lanzar el proyectil:  un buque pintado de aquella guisa conseguía dificultar la estimación de su alcance, velocidad y rumbo, de modo que el torpedo no alcanzaba el objetivo.

Esta añagaza  pretendía imitar lo conseguido por las rayas de las cebras.  Tim Caro  descubrió que al amanecer y atardecer las rayas de las cebras se fusionan y se hacen indistinguibles a los ojos de leones y hienas, por lo que les resulta más difícil capturar a sus codiciadas presas.

Recientemente la neuroetóloga Paloma González-Bellido y el propio Tim Caro  han encontrado otra explicación a las rayas de las cebras:  dificultan el aterrizaje de tábanos y moscas tse-tsé, una creativa forma de defenderse de esos insectos que las martirizan.

Los torpederos de los submarinos, los grandes carnívoros y los molestos dípteros sufren de forma similar un tipo de  distorsión visual que dificulta la consecución de sus objetivos.

Esta narración viene a cuento porque cada vez que descubro algún "invento" conseguido gracias a imitar a la madre naturaleza me pongo muy contenta :).  Cada vez hay más científicos, de más y más disciplinas, trabajando para descubrir el porqué de tantas cosas que funcionan perfectamente en su medio natural.  Por lo general, detrás van los ingenieros y técnicos aplicando el nuevo hallazgo al diseño de nuevos productos y procesos.

Y finalmente tenemos nuestro enfoque de Biomimética Organizacional, un nuevo modelo de gestión corporativa que, ¡oh sorpresa! aprende de la naturaleza.  Te dejo aquí el enlace a un ebook divulgativo, a una charla TEDx  y a un artículo científico.  Espero que los disfrutes.


Alguna información adicional por si tienes curiosidad 😉 :

11 de junio de 2020

Tenemos que bajarnos los humos

Ahora que ¡por fin! estamos entendiendo que nuestra soberbia y nuestra ambición como especie nos ha llevado a un punto de casi no retorno respecto al futuro de nuestro planeta, parece que poco a poco está calando la idea de que, lejos de ser los reyes de la  creación, solo somos un bicho más dentro del gran engranaje que llamamos vida.

Dicen que más vale tarde que nunca, así que alegrémonos de que comencemos esta transición desde el más arraigado antropocentrismo hacia una "nueva" cosmovisión que nos ayude a ponernos en nuestro sitio.  Porque reconocer las limitaciones propias y las características de los demás seres con quienes compartimos hogar es un excelente punto de partida para revertir la emergencia climática que difícilmente se logrará solo con las miopes medidas que están adoptando nuestros políticos.  De hecho, en esencia no se trata de tomar medidas (aunque es cierto que ayudan), sino de cambiar nuestra visión respecto a los recursos naturales y a la vida en general.

Es evidente que tenemos datos de sobra para que se nos bajen los humos: sabemos que nuestro genoma consta de unos 30.000 genes, (solo un 50% más que un  gusano), y también sabemos que compartimos con el chimpancé el 96%, 90% con el gato doméstico, 85% con el ratón, 84% con el perro, 69% con el ornitorrinco, 65% con el pollo… y 60% con el plátano, sin ir más lejos.

Diversos científicos han llegado a la conclusión de que la vida no es ese precioso y cuadriculado árbol con ramas matemáticamente dispuestas para representar los linajes, sino más bien una especie de enredadera que entrecruza y superpone sus ramas.  Ello ayuda a comprender mejor que tenemos un antepasado común con los árboles, y con numerosos animales muy diferentes entre sí.

Si aceptamos este planteamiento podemos empezar a ver la vida desde otro ángulo, lo que nos puede predisponer a aprender de la naturaleza.

A modo de ejemplo, incluyo un párrafo de "La vida secreta de los árboles" (Wohlleben  2016, p. 22): 

En un bosque de hayas, los árboles igualan sus debilidades y sus fuerzas; sin importar si son gruesos o delgados, todos los ejemplares producen la misma cantidad de azúcares en cada hoja con ayuda de la luz.  La igualdad se produce bajo tierra a través de las raíces mediante un intercambio activo en el
que entran en juego hongos que con su gigantesca estructura en forma de red actúan como una enorme máquina de distribución. Ello recuerda un poco al sistema de ayuda social, el cual impide que los miembros más desfavorecidos de la sociedad se hundan demasiado.  Para las hayas la densidad no es un problema, sino todo lo contrario. 

Joaquín Araújo  estaría de acuerdo con Wohlleben, porque él mismo ha dicho: La arboleda en realidad resulta indistinguible de nuestros primeros pasos, de nosotros mismos. De ahí que nada palidezca, sino todo lo contrario, si afirmamos que somos como somos porque una vez, no hace tanto tiempo, fuimos bosque. Reconozcamos, como nos enseñan los antropólogos, que la mayor parte de nuestro aspecto es el resultado de una convivencia,  de algo más de 10 millones de años. Nada de irreal tiene el afirmar que los primeros borbotones de la inteligencia, la comunicación verbal, los sistemas sociales y la habilidad manual, nacieron entre troncos, sombras y espesuras. Hasta el punto de que pocas cosas hemos hecho tan decisivas como “andarnos por las ramas”. Nuestros primos, los grandes primates, están todavía ahí para recordárnoslo.

Esta es solo una de las diversas posibilidades de mirar para aprender, porque, como nos recuerda Rifkin en su último libro El green new deal global, lo que aprendemos del cambio climático es que todo lo que hacemos afecta al funcionamiento de todo lo demás en la Tierra y tiene consecuencias para el bienestar de todas las criaturas con las que cohabitamos en el planeta.

Aprender a vivir en lugar de dominar es lo que nos lleva del dominio a la protección y del desapego antropocéntrico a la profunda colaboración con la Tierra viviente.

Muchas formas diferentes de aprender mirando a la naturaleza. Y muchas aplicaciones prácticas de esos aprendizajes, en nuestra vida particular, en los colegios, las empresas y otras instituciones, la política…

Las hayas intercambiando azúcar a través de sus raíces mediante la colaboración de los hongos se nos muestran como un ecosistema eficiente que puede inspirarnos para aplicar la idea en nuestro mundo empresarial; por ejemplo, en el sector comercio.

Somos conscientes de que cada vez es más difícil encontrar "comercios de toda la vida" en el entorno urbano. Han sido desplazados por unas cuantas multinacionales que ahogan los pequeños negocios, estandarizan el aspecto de las ciudades,  solo ofrecen productos muy rentables para ellas, dejan desiertos barrios enteros, entierran la cultura y tradiciones locales…. además de favorecer la compra de productos con gran huella ecológica en sus diferentes fases de producción, distribución y venta.

Si fuéramos capaces de mirar el tejido comercial de una ciudad como si fuera un hayedo es posible que encontráramos soluciones más respetuosas con el negocio local y con el planeta:  una asociación de intercambios de diversa índole favorecidos y apoyados por un sustrato común a modo de hongos, que favoreciera la salud y supervivencia de cada una de las "hayas": una asociación de comerciantes más allá de las típicas asociaciones, porque en este caso hablamos de compartir en función de las características de cada una; por supuesto que no se pueden hacer recomendaciones generales porque cada comercio, como cada árbol, tiene sus propias características;  pero poner en común las experiencias y conocimientos de cada comercio con espíritu de servicio a los demás y filosofía ganar - ganar  y compartir podría ser una excelente manera de fomentar esa capa invisible de hongos que favorecen los intercambios y la vida del ecosistema entero.

Tenemos capacidad suficiente para hacerlo con éxito, solo hemos de cambiar el enfoque y basarnos en la moral.  Tal como apunta Bekoff,  los científicos señalan que en realidad la moral tiene profundas raíces evolutivas anteriores en millones de años a la aparición de la humanidad: todos los animales sociales, como lobos, delfines y monos, poseen códigos éticos, adaptados por la evolución para promover la cooperación del grupo.

Plantearnos esta nueva visión global tiene también ventajas para las personas implicadas: la satisfacción personal que se logra cuando se tiene la certidumbre de que se está haciendo lo mejor posible para sí, los demás y el planeta incrementa la autoestima y la sensación frecuente de felicidad. Y ello genera una espiral virtuosa que consigue al fin mejorar la sociedad.

Si pudiéramos avanzar por este camino se podría demostrar que aplicamos con éxito esa preciosa frase de Gomá Lanzón que reza: Compórtate de tal manera que tu muerte sea escandalosamente injusta.


6 de mayo de 2020

Rediseñar nuestra cultura


Como explica Daniel Christian Wahl en Designing Regenerative Cultures,  la función más amplia de la ética, su imperativo ecológico, se extiende más allá de las preocupaciones antropocéntricas a la preocupación biocéntrica por la evolución continua de la vida. 

Me intereso por este autor porque tiene una visión holística  enraizada en la ética, y creo firmemente que sin ética no se pueden hacer en la actualidad los planteamientos a futuro que necesitamos urgentemente como sociedad

El propio Fritjof Capra   opina que  el libro de Wahl es una valiosa contribución a la importante discusión sobre la visión del mundo y el sistema de valores que necesitamos para rediseñar nuestros negocios, economías y tecnologías,  (de hecho, toda nuestra cultura), para que sean regenerativos en vez de destructivos.

En esta época de incertidumbre que nos ha tocado vivir  (y no será porque no nos hayan avisado nuestros científicos)  tenemos una preciosa oportunidad de pararnos a pensar  para decidir si queremos seguir esquilmando la Tierra para hacer negocios (y de paso hundir en la miseria a millones de animales humanos y no humanos), si queremos empecinarnos en el más de lo mismo, el eterno "volver a la normalidad" después de cada catástrofe. (Te dejo aquí un  artículo de Daniel Innerarity, Aprender de la crisis) que explica muy bien nuestro posicionamiento.

Esta crisis se me antoja especialmente inquietante porque se da una circunstancia nueva:  China,
como potencia emergente, se está adueñando del mercado y consecuentemente de nuestro próximo modus vivendi:  copan la producción mundial,   están a la cabeza en investigación y desarrollo, sus estrategias de penetración en la cultura occidental le están dando enormes frutos... y todo ello no sería especialmente preocupante si no fuera porque estamos hablando de un país que nos ha demostrado hasta la saciedad que está reproduciendo fielmente el modelo consumista occidental,  que su modelo de relaciones éticas es muy diferente del nuestro  y que no considera prioritario en absoluto ocuparse de la emergencia climática.

 Tal como vamos, más pronto que tarde nuestra cultura habrá sigo engullida por el coloso y estaremos a su merced tanto las personas como la Naturaleza.  

Nos queda la esperanza de que últimamente comenzamos a escuchar a los científicos (ojalá no sea demasiado tarde), pero necesitamos a la vez que la sociedad tome el protagonismo que ha ido dejando en manos de políticos incompetentes y cortoplacistas.  Necesitamos rediseñar nuestra cultura.

¿Cómo se hace eso?  Obviamente no tengo la solución, pero lo que sí tengo es la certidumbre de que cada uno de nosotros podemos poner nuestro famoso granito de arena para  facilitar la labor de los expertos y agilizar la transición hacia una nueva cultura del respeto en todas sus acepciones.

 Y cada uno de nosotros tenemos a mano cuatro potentes herramientas:

  1. Educar a las generaciones jóvenes entre todos, y no me refiero solamente a padres y maestros, sino a todos nosotros mediante el ejemplo que les demos con nuestros comportamientos, puesto que ahora es más cierto que nunca el dicho hace falta un pueblo entero para educar a un niño. (puedes ver Valores, infancia y sociedad).

  2. Potenciar en nosotros mismos y en los demás el sentido de la  responsabilidad (puedes ver Derechos, responsabilidades y bien común).

  3. Hacer una revisión personal de nuestros hábitos de consumo y compararlos con personas más desfavorecidas económica y socialmente (puedes ver ¿Qué tal si procurara no tener tanto para que los demás pudieran tener algo?).

  4. Meditar detenidamente a qué políticos vamos a confiar nuestro voto: asegurándonos tanto como nos sea posible de  que tienen los conocimientos necesarios para comprender la complejidad de la problemática, responsabilidad suficiente para buscar soluciones a largo plazo (dejando en segundo término la preocupación por mantener el puesto durante otra legislatura), humildad para aprender constantemente y capacidad de trabajar conjuntamente en pro del bien común global, porque ahora ya sabemos que lo que ocurre en una zona geográfica repercute en todas las demás.

Seguramente se te ocurren más herramientas, en cuyo caso no dudes en añadirlas a la lista... porque esta es una tarea, una ingente tarea, que hemos de realizar entre todos. ¿Te animas?

12 de abril de 2020

Es que no aprendemos

Durante mucho tiempo la UE ha estado batallando por difundir e implantar los ODS porque se ha considerado que es un  gran logro el acuerdo internacional para que la sociedad avance con criterios correspondientes al siglo XXI. Los 17 están interrelacionados, pero a efectos de este artículo vamos a fijarnos en los números 6 (agua limpia y saneamiento), 7 (energía asequible y no contaminante), 13 (acción por el clima), 14 (vida submarina) y 15 (vida de ecosistemas  terrestres), porque son los que hacen incidencia directa en la salud del planeta.

Después de muchos esfuerzos - no solo económicos -los ciudadanos somos cada vez más conscientes y los gobiernos van poco a poco legislando en consonancia, con el foco puesto en el año 2030.

En el Informe de 2018 sobre avances conseguidos se concluye que "los conflictos y los efectos del cambio climático fueron los principales factores que contribuyeron al crecimiento del número de personas que se enfrentan al hambre y al desplazamiento forzoso, además de limitar el progreso hacia el acceso universal a los servicios básicos relacionados con el agua y el saneamiento".

Ahora en 2020 el coronavirus ha trastocado los planes de gobiernos, empresas y ciudadanos. Respecto a los ODS,  puedes ver un resumen de los  efectos del virus aquí.  De este informe destaco un párrafo:  "Ahora más que nunca, el mensaje que queremos trasladar al sector empresarial es que los ODS abren un gran abanico de oportunidades económicas que podrían ser la puerta de salida de la crisis económica en la que nos estamos sumergiendo".

Bien está que el sector empresarial comience a replantearse su modus operandi, estregias y objetivos, porque en la sociedad actual no se puede hacer nada sin dinero y las empresas son las organizaciones cuya actividad genera dinero.

Y estaría aún mejor si - no solo las empresas, sino la sociedad en su conjunto - diéramos un paso más para no poner el dinero en el centro.  Como muy bien dice Ai Weiwei, emprendemos proyectos solo cuando nos traen beneficios, olvidándonos de los principios.

A título de ejemplo, mira lo que he leído recientemente en un diario de tirada nacional:  






 El límite de 95  g/km de media en las gamas de cada fabricante, con sus multas millonarias si no se cumple, será difícil de exigir ante otras prioridades tan imprescindibles como la liquidez y la reactivación del mercado.

Una vez más, el dinero en el centro.  Es cierto que la tremenda crisis que tenemos a las puertas generará pobreza y desamparo en millones de personas, algo inasumible si se tiene un mínimo de sensibilidad.  Pero estamos, una vez más, en el más de lo mismo. Y a pesar de que nunca ha sido una solución sino un parche, insistimos una y otra vez en aplicar la fórmula.

De forma que estamos en un círculo vicioso:  si no priorizamos lo económico muchas personas morirán a corto plazo. Si priorizamos lo económico (a corto y a largo plazo) la naturaleza morirá, y con ella la especie humana.  Recordemos que los ODS relativos a la naturaleza son la base para que los demás se puedan conseguir.

Yo no sé cómo se puede romper este círculo vicioso, pero al menos podríamos probar alguna fórmula al alcance de cualquier persona que piense un poco:

  • Estimular a  nuestra comunidad científica  para que se centre en resolver este problema entre todos, independientemente de las disciplinas de cada uno;
  • Presionar a los gobiernos para que escuchen a los científicos y legislen en consecuencia;
  • Presionar a la ciudadanía para que rediseñe su estilo de vida a fin de consumir únicamente lo imprescindible;
  • Exigir a científicos, gobiernos y ciudadanía que velen porque no se queden atrás tantos millones de personas desfavorecidas.
 Si se te ocurre alguna otra fórmula estaré encantada de escucharte. Y si te gusta esta te agradecería difusión, porque ya sabes que un grano no hace granero pero ayuda al compañero.

En cualquier caso, gracias por haber llegado hasta aquí 🌏

Para finalizar, te dejo una profunda reflexión de José Múgica muy adecuada para este tema y otra de Eduald Carbonell que, con una óptica distinta, pone el dedo en la llaga.