No es la primera vez que escribo "a cuatro manos" con mi buen amigo Iosu Lazcoz. Hace unos días, en una de esas distendidas charlas que solemos tener, le comenté algo que me pasó por la cabeza recientemente: él es biólogo y habla sobre Psicología, yo soy psicóloga y hablo sobre Biología 😄.
Iosu lo enlazó enseguida con la creatividad, y yo concuerdo con él al 100%. De hecho, a menudo utilizo una frase de Yuval Noah Harari que reza "La curiosidad es la materia prima de la innovación", otra de Edward de Bono ("La creatividad y la simplificación se complementan enormemente. Es preciso hallar nuevas formas alternativas de hacer las cosas") y una tercera de Sara García Alonso que aprecio sobremanera por su trayectoria profesional y porque me gusta escuchar a mujeres valiosas: "La curiosidad es un combustible que nos aproxima a destinos lejanos".
Así que, después de haber intentado demostrarte de qué forma feliz discurren nuestras mentes, paso a plasmar aquí el artículo de Iosu:
La mente busca la magia. Necesita creatividad.
Antiguamente, el ser humano estaba más pegado a la naturaleza; la observaba y aprendía de ella; tenía varios dioses terrenales. Los antiguos cazadores recolectores dependían de su conocimiento de la naturaleza para poder sobrevivir. No se podían permitir el lujo de divagar ni de filosofar. Pero hubo un momento en la historia en el que todo cambió. No sabría decir cuál, pero el ser humano empezó a crear mitos y leyendas para transmitir enseñanzas vitales, y también a crear religiones que intentaran explicar lo complejo de la psique humana así como para dotarla de sentido. El mundo sumergido de nuestro inconsciente siempre ha sido un misterio para el Homo Sapiens.Dentro de ese mundo mágico, el ser humano siempre ha intentado encontrar explicaciones más o menos plausibles a lo que le pasaba. El desarrollo de nuestro neocórtex fue matando lentamente toda la magia y adoración que nuestros ancestros tenían por la madre tierra; la progresiva racionalización de la sociedad ha ido en contra de todo a lo que dábamos importancia en el pasado. El pensamiento mágico ha construido tantas realidades como las ha destruido, sin embargo, aniquilarlo solo traerá una época de oscuridad y confusión.
La tierra era considerada antaño como algo a lo que adorar, mientras que hoy se la cataloga como algo a lo que ordeñar.
Pensamientos irreales
El ser humano siempre ha sido un ser soñador. Uno que ha necesitado alejarse de la realidad cotidiana para soñar con un mundo mejor. La mente humana es capaz de generar 60.000 pensamientos diarios, de los cuales muchos serán reales y otros tantos creaciones propias. No se sabe cuál es el motivo por el que conectamos con determinados pensamientos y recuerdos, pero nuestra mente es un compendio de conexiones axón-axón, axón-dentrita y dentrita-dentrita. Este es nuestro código. Uno que es construido en base a nuestras experiencias y a nuestra imaginación. Existe un actor en nuestro cerebro que algunos neurocientíficos han llamado "El intérprete". Este reacondiciona lo que realmente pasó para autoprotegernos y no dañar nuestra autoestima. Incluso, se inventa recuerdos que nunca sucedieron para que salgamos muy favorecidos en la foto.
Con tantos pensamientos diarios; con una red neuronal tan imbricada; con tantas interacciones con el medio y con las personas de manera constante; se construye un equilibrio dinámico en nuestra mente. La calidad de las interconexiones, experiencias y aprendizajes determinará nuestra salud mental; la calidad de nuestros pensamientos construirá realidades ficticias o realidades sólidas.
El ser humano es un ser social y trascendente
El ser humano es un compendio de material inorgánico y orgánico. Somos polvo de estrellas y en polvo nos convertiremos. Miramos hacia ellas en una búsqueda incesante de algo superior a nosotros mismos, pero en nuestra arrogancia suprema, nos creemos por encima de las estrellas y el medio ambiente; en un alarde de ceguera voluntaria y de soberbia absoluta, nos creemos por encima de todo, incluida la propia naturaleza.
Muchas de las técnicas psicológicas de aumento de bienestar tienen como nexo común el contacto con la naturaleza de manera frecuente. Reconectar con nuestro pasado cazador; volver a establecer una relación simbionte con la naturaleza es un debe que se asienta en la humildad y en no creernos más de lo que somos. El "Homo Sapiens" debería rebautizarse como "Homo Economiccus". Porque si la conquista del espacio acarrea la destrucción de la tierra, de nada sirve; si el dinero es el eje sobre el que gira la vida del primate humano, dejaremos de mirar las estrellas para mirar algo más mundano y estéril: nuestro bolsillo.
No nos podemos sentir que somos una raza aparte del medio ambiente; no podemos pensar que somos alienígenas dentro de nuestro propio planeta. Todo está conectado: nuestras redes neuronales son una representación micro de las redes que gobiernan las relaciones entre las distintas especies que habitan nuestro planeta. Somos uno integrados en un todo. Un acción de una hormiga influye sobre lo que podamos pensar y hacer en el otro extremo del planeta. Las consecuencias de todo lo que está descubriendo la física cuántica nos son todavía desconocidas, pero acentúan la interconexión que existe entre el ser humano y la naturaleza y entre distintos seres humanos. Vivimos en una malla de conexiones y códigos. Romperlos nos traerá consecuencias nefastas.
Iosu Lázcoz Iso
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