24 de febrero de 2017

Quiérete: Otium - Negotium

Otium:  tiempo estrictamente personal, dedicado a las emociones y al cuidado de sí.
Negotium:  los empeños civiles cotidianos, las cosas de la ciudad.

Cuando nuestros ancestros romanos utilizaban esta clasificación no podían concebir que miles de años después sus descendientes los mezclaran en un totum revolutum que, por otra parte, es un buen reflejo de los modelos de vida que priman en los albores de este siglo.

Entiendo que hay momentos en la vida en que no queda más remedio que primar el trabajo por encima de todo, en cuyo caso no cabe esta  reflexión. (Ya se sabe, primero comer y después filosofar).

En otras circunstancias menos acuciantes acostumbramos también a dar preferencia al trabajo sobre el ocio y / o mezclarlo automáticamente.  No me digas que no respondes llamadas telefónicas profesionales mientras comes, no miras los correos electrónicos mientras desayunas con la familia un fin de semana, no terminas un

documento a altas horas de la noche, no atiendes a un cliente mientras estás unos días de vacaciones, no consultas en las redes noticias sobre tu sector mientras esperas el tren, no estás siempre pendiente de tus clientes y / o tus jefes...

No me lo digas, porque es algo que veo constantemente (a no ser que seas un mirlo blanco, que también podría ser :-)

Los romanos no tenían un ritmo de vida tan endiablado como nosotros y podían, entre otras cosas, establecer sin problemas cuándo trabajaban y cuándo holgaban.  (Solo los de clase alta, naturalmente, pero nosotros tenemos actualmente  un nivel de vida medio muchísimo mejor que el de un romano de clase alta).

Reconozco que es muy difícil romper esa rutina tan incrustada de hacer mucho y hacerlo constantemente, porque vivimos en una sociedad competitiva y porque nos hemos acostumbrado a exigirnos mucho.  De hecho, conozco a muchas personas que son los peores enemigos de sí mismas:  siempre exigiéndose y buscándose quehaceres y responsabilidades, sin concederse un ratito para sí y malviviendo en compañía del agotamiento, el estrés, la ansiedad y el temor a no dar todo lo que supone que ha de dar a los demás.

Y ahora viene la pregunta del millón de euros: ¿me regalas un millón de euros?

Ya sé, ya sé, ni siquiera me conoces, o me conoces muy poco, o no te caigo bien, o tienes otras prioridades, o... pero la razón principal seguro que es que no tienes un millón de euros

 ¿Cómo vas a darme algo que no tienes?

Si estoy en lo cierto, no puedes dármelos porque no los tienes. Entonces, ¿cómo vas a dar lo mejor de ti en el trabajo si lo mejor de ti no lo tienes? No lo tienes al alcance, está sepultado bajo millones y millones de "debería", "tengo que", "he prometido que", "esperan que" y otros tantos latiguillos que gobiernan tu día a día. 

Te propongo que hagas una prueba:  concédete mañana 10 minutos de vaciones. Solo mañana, y solo 10 minutos.  Si te lo propones es seguro que lo consigues, igual que consigues tantos objetivos en tu trabajo. Emplea esas vacaciones en lo que más te guste y que sea factible allá donde estés:  cotillear un poquillo, salir a tomar el aire,
irte al baño con una revista,  mirar un video divertido, leer medio capítulo de ese libro que arrastras cada día, llamar a tu pareja... lo importante es que te lo plantees como una actividad de vacaciones. 

Puedo equivocarme, pero apostaría a que te sentará bien. La sensación de descanso y de dominio sobre el tiempo es magnífica. Pruébalo y me dices :-)


Y si estoy en lo cierto, mañana lo harás otra vez.  Y pasado mañana. Y al otro.  Pronto te sentirás mejor porque has descubierto que en 10 minutos puedes relajarte y además no se hunde el mundo mientras te relajas. 

Una vez hayas llegado a este estadio las cosas son más sencillas:  como te has demostrado que sabes y puedes relativizar y priorizar, encaras tus obligaciones de otra forma.  Es posible que vayas relegando responsabilidades y tareas que antes te ocupaban innecesariamente (o te ocupaban más de lo necesario), y eso te ayudará a hacer mejor lo demás.

Así que ya estás en una estupenda espiral virtuosa: cuanto más pruebas mejor te sale, y eso te fortalece para organizarte enfocando en tus verdaderas prioridades.  Poco a poco te vas sientiendo más dueñ@ de tu vida, más capaz de tomar decisiones que te ayuden a progresar en tus niveles de bienestar y en tu posicionamiento vital.  Tu autoestima sube y ello te permite ver la vida desde otro ángulo más positivo para ti.

Y entonces, como por arte de magia, te das cuenta de que puedes dar a los demás sin presión y con alegría:  ya tienes el millón de euros.  Empieza a pensar cuánto dinero te quedas y  cuánto - cuándo - a quién repartirás.  Tu trabajo será más brillante y tú te sentirás mucho mejor.


Ya sabes: 10' de vacaciones... y a disfrutar

Pruébalo.  Y, como dicen en mi pueblo, ya me dices :-)

Hasta pronto, amable compañer@

11 de febrero de 2017

El arte de decir "No"

George Enescu, un virtuoso violinista que además era pianista y compositor, tuvo que encajar una dura lección que le propinó la vida por intentar asumir un rol para el que no estaba preparado: el de mentor de un alumno difícil. Puedes escuchar aquí una divertida historia que nos regaló Martín Llade  en su programa de Radio Clásica 





Enescu no se veía capaz de contradecir a su amigo, así que cada vez se le iba enredando más y más la madeja.  No sabemos qué tipo de dificultades encontraba:  necesitaba el dinero que el amigo le pagaba por enseñar al chico, estaba en deuda con el amigo, necesitaba su aprobación para sentirse bien, nunca negaba nada a nadie...  aunque podríamos hacer algunas hipótesis en base a los datos que nos brinda el audio.

Lo cierto es que se percató desde el primer día de que el joven alumno era negado para el violín, y así y todo  aceptó darle clases. Con la poca información que tenemos, sabemos que se pudo negar al menos en tres ocasiones:  en el mismo momento en que el amigo le hizo la propuesta, al cabo de unas semanas cuando ya estaba francamente irritado con el joven, y finalmente cuando su amigo dio por hecho que el propio Enescu se haría cargo de tocar el piano en el recital de la sala Gabo.

Parece evidente que esa situación no deseada estaba causando perjuicios a las tres personas implicadas: el padre estaba tirando el dinero, el hijo tenía que someterse a una disciplina ajena a sus intereses y además había de soportar algunas pullas del maestro, y el propio maestro se llevaba verdaderos disgustos, estaba insatisfecho con la situación, consigo mismo y veía que aquello no llevaba a ninguna parte. Podemos imaginar cómo se sintió cuando leyó la crítica que Le Figaro hizo del concierto...



Lo que le ocurrió a Enescu es bastante frecuente:  una vocecilla interior nos dice que lo que aceptamos es una locura, pero somos muy buenos buscándonos argumentos que nos permitan seguir por ese camino equivocado que aceptamos en su momento.  De este modo intentamos disminuir el desasosiego interno que nos corroe, intentando a la vez apagar nuestros anhelos de hacer algo distinto.

Estos comportamientos pueden tener diversos orígenes;  es frecuente que se deban a los mensajes que recibimos en la infancia, cuando estábamos creándonos nuestro marco de valores.  Si te interesa echar un vistazo sobre el tema, te invito a visitar   Quiero ser feliz,   Personas felices,  o el ebook "Psicología Positiva y Ética" en el caso de que desees hacer algunos ejercicios para sentirte más feliz con tus decisiones.

En cualquier caso, brindemos a nuestro amigo Enescu una chuleta de emergencia que, lógicamente, admite toda clase de modificaciones:




¿Qué modificaciones introducirías en esta chuleta?  Te escucho :-)

¿Te parece adecuado gestionar la RSE desde Finanzas?

Recientemente he tenido un gratificante almuerzo con un antiguo cliente a quien hacía mucho tiempo no veía.  Hemos hablado de muchas cosas, una de ellas RSE:  me ha hecho un somero comentario sobre la RSE  en su organización:  es un proyecto que se gestiona desde el área de Finanzas.

Está claro que cada compañía sabe por qué y cómo hace las cosas, por lo que no puedo criticar esta postura (máxime sin información detallada al respecto).  Pero me ha brindado la oportunidad de reflexionar un poco sobre cómo se lanzan los proyectos en las organizaciones y qué papel desempeñan en ellos las áreas de Gestión de Personas.

Tal como yo lo veo, implantar RSE en una organización ha de contar no sólo con el beneplácito, sino con el apoyo entusiasta del CEO, puesto que se trata de un proyecto de cambio de cultura organizacional que lleve a la compañía hacia un posicionamiento más respetuoso con todos los grupos de interés y asuma en fin que su existencia en este pícaro mundo ha de aportar algo más que beneficios para sus accionistas (condición necesaria pero no suficiente). 

Queremos un nuevo modelo de gestión que ha de empapar todos los objetivos, estrategias y políticas de la organización.  Y por ello es vital que cuente con un/a partner capaz de transmitir esa ilusión y de gestionar el proyecto.

Que un CEO confíe al área de Finanzas el lanzamiento e implementación de una nueva filosofía puede obedecer a muchas cosas:  necesidad de controlar de cerca los presupuestos de los proyectos, cercanía emocional con la persona elegida, conocimiento del tema por parte del financiero, imposición de la "casa matriz"... ; en cualquier caso, tengo para mí que este CEO todavía no ha tenido la oportunidad de plantearse algo importante:  no hay proyecto que funcione si las personas de la plantilla no saben, no pueden o no quieren.

Y eso suele ser responsabilidad del área de Personas desde una doble vertiente:  por un lado, porque es la única área que tiene presencia en todas las demás áreas y es por lo tanto un interlocutor inmejorable para relacionarse con la plantilla; y por otro, porque diseña e implementa diferentes estrategias y políticas sobre gestión de personas que, obviamente, repercuten de forma directa en la idea que éstas se hacen de la filosofía y la cultura de la organización. 

Así pues, y sin perjuicio de otros planteamientos, parece que el área de Personas puede ser la indicada para liderar un proyecto tan ambicioso y tan trascendental para el posicionamiento de la compañía en su mercado (real y potencial).

Volar como una pluma y
caer como un saltador
Y al hilo de esta reflexión se me ha ocurrido un divertimento que quiero compartir contigo:

Yo veo al área de Finanzas liderando RSE como la bailarina de al lado: puede aceptar planteamientos más o menos filosóficos, intangibles y emotivos, pero a la hora de la verdad se pondrá las zapatillas de aterrizaje propias de un buen saltador: zapatilla izquierda = ¿cuánto me va a costar?, zapatilla derecha = ¿qué beneficios económicos voy a conseguir? 

No estoy renegando de las zapatillas, simplemente no las veo bien conjuntadas con un traje de ballet.

Podríamos superar esta dificultad buscando otro tipo de bailarina: la que se mueve en un departamento de Recursos Humanos típico, "de toda la vida":
Ejecución perfecta,
no hay que pensar
Esta bailarina sabe que el éxito siempre se ha basado en un buen diseño, mucho control e innumerables repeticiones hasta que la rutina queda interiorizada:  ya no es preciso pensar para que  el ejercicio resulte perfecto.

Podría lanzar un proyecto de implementación de RSE basándose en los preciosos manuales al uso, con toda clase de instrucciones y referencias.  Es como en su momento se implementó la valoración de puestos, por ejemplo, y ha funcionado muy bien durante mucho tiempo.

Puede, no obstante, encontrar una dificultad:  en el siglo XXI no acaban de funcionar los modelos rígidos.

Volar y aterrizar
Quizás podríamos hacer una combinación:  hay que "volar" y hay que "aterrizar": podría ser que la persona responsable de gestionar personas aporte al proyecto la capacidad de diseñarlo e implementarlo, y la persona responsable de gestionar las finanzas aporte cuantificación económica, asignación de recursos, análisis de desviaciones, consecución de objetivos económicos, etc.  Hemos conseguido un mix que aúna creatividad, conocimientos de la materia y conocimientos de gestión.  Vamos mejorando.

Y podemos pensar en otra posibilidad: Además del personaje "volar y aterrizar", incorporamos una figura que tenga la magia suficiente para hacer que lo difícil parezca fácil, que consiga el interés y posterior ilusión de la plantilla, que consiga traducir todo ello en participación activa a la vez que organizada de acuerdo con los objetivos del nuevo proyecto, que acepte propuestas de mejora en los procesos y procedimientos, que esté pendiente del "pulso" del grupo a la vez que de los resultados... y puede salirnos una danza parecida a ésta:



Parece ser que necesitamos tres personas, o al menos una que pueda asumir tres roles diferentes: 

  1. Visión de futuro y creatividad, para poder diseñar la nueva cultura de RSE acorde con las características actuales y futuras de la organización;
  2. Capacidad de gestión y de control de gestión;
  3. Capacidad de ilusionar, movilizar e involucrar a la plantilla hacia el futuro diseñado.

Hasta donde yo sé (y con todas las excepciones que queráis) es mucho más fácil contar con un perfil así en el área de Personas que en el área Financiera. 
Claro que también puede ser que exista un responsable de Finanzas con estas características y sea éste el caso descrito tan sucintamente por mi antiguo cliente... La vida siempre guarda gratas sorpresas.

 Me gustaría acabar esta reflexión brindándote de nuevo la pregunta inicial: ¿te parece adecuado gestionar la RSE desde Finanzas?