Negotium: los empeños civiles cotidianos, las cosas de la ciudad.
Cuando nuestros ancestros romanos utilizaban esta clasificación no podían concebir que miles de años después sus descendientes los mezclaran en un totum revolutum que, por otra parte, es un buen reflejo de los modelos de vida que priman en los albores de este siglo.
Entiendo que hay momentos en la vida en que no queda más remedio que primar el trabajo por encima de todo, en cuyo caso no cabe esta reflexión. (Ya se sabe, primero comer y después filosofar).
En otras circunstancias menos acuciantes acostumbramos también a dar preferencia al trabajo sobre el ocio y / o mezclarlo automáticamente. No me digas que no respondes llamadas telefónicas profesionales mientras comes, no miras los correos electrónicos mientras desayunas con la familia un fin de semana, no terminas un
documento a altas horas de la noche, no atiendes a un cliente mientras estás unos días de vacaciones, no consultas en las redes noticias sobre tu sector mientras esperas el tren, no estás siempre pendiente de tus clientes y / o tus jefes...
No me lo digas, porque es algo que veo constantemente (a no ser que seas un mirlo blanco, que también podría ser :-)
Los romanos no tenían un ritmo de vida tan endiablado como nosotros y podían, entre otras cosas, establecer sin problemas cuándo trabajaban y cuándo holgaban. (Solo los de clase alta, naturalmente, pero nosotros tenemos actualmente un nivel de vida medio muchísimo mejor que el de un romano de clase alta).
Reconozco que es muy difícil romper esa rutina tan incrustada de hacer mucho y hacerlo constantemente, porque vivimos en una sociedad competitiva y porque nos hemos acostumbrado a exigirnos mucho. De hecho, conozco a muchas personas que son los peores enemigos de sí mismas: siempre exigiéndose y buscándose quehaceres y responsabilidades, sin concederse un ratito para sí y malviviendo en compañía del agotamiento, el estrés, la ansiedad y el temor a no dar todo lo que supone que ha de dar a los demás.
Y ahora viene la pregunta del millón de euros: ¿me regalas un millón de euros?
Ya sé, ya sé, ni siquiera me conoces, o me conoces muy poco, o no te caigo bien, o tienes otras prioridades, o... pero la razón principal seguro que es que no tienes un millón de euros.
¿Cómo vas a darme algo que no tienes?
Si estoy en lo cierto, no puedes dármelos porque no los tienes. Entonces, ¿cómo vas a dar lo mejor de ti en el trabajo si lo mejor de ti no lo tienes? No lo tienes al alcance, está sepultado bajo millones y millones de "debería", "tengo que", "he prometido que", "esperan que" y otros tantos latiguillos que gobiernan tu día a día.
Te propongo que hagas una prueba: concédete mañana 10 minutos de vaciones. Solo mañana, y solo 10 minutos. Si te lo propones es seguro que lo consigues, igual que consigues tantos objetivos en tu trabajo. Emplea esas vacaciones en lo que más te guste y que sea factible allá donde estés: cotillear un poquillo, salir a tomar el aire, irte al baño con una revista, mirar un video divertido, leer medio capítulo de ese libro que arrastras cada día, llamar a tu pareja... lo importante es que te lo plantees como una actividad de vacaciones.
Puedo equivocarme, pero apostaría a que te sentará bien. La sensación de descanso y de dominio sobre el tiempo es magnífica. Pruébalo y me dices :-)
Y si estoy en lo cierto, mañana lo harás otra vez. Y pasado mañana. Y al otro. Pronto te sentirás mejor porque has descubierto que en 10 minutos puedes relajarte y además no se hunde el mundo mientras te relajas.
Una vez hayas llegado a este estadio las cosas son más sencillas: como te has demostrado que sabes y puedes relativizar y priorizar, encaras tus obligaciones de otra forma. Es posible que vayas relegando responsabilidades y tareas que antes te ocupaban innecesariamente (o te ocupaban más de lo necesario), y eso te ayudará a hacer mejor lo demás.
Así que ya estás en una estupenda espiral virtuosa: cuanto más pruebas mejor te sale, y eso te fortalece para organizarte enfocando en tus verdaderas prioridades. Poco a poco te vas sientiendo más dueñ@ de tu vida, más capaz de tomar decisiones que te ayuden a progresar en tus niveles de bienestar y en tu posicionamiento vital. Tu autoestima sube y ello te permite ver la vida desde otro ángulo más positivo para ti.
Y entonces, como por arte de magia, te das cuenta de que puedes dar a los demás sin presión y con alegría: ya tienes el millón de euros. Empieza a pensar cuánto dinero te quedas y cuánto - cuándo - a quién repartirás. Tu trabajo será más brillante y tú te sentirás mucho mejor.
Ya sabes: 10' de vacaciones... y a disfrutar |
Pruébalo. Y, como dicen en mi pueblo, ya me dices :-)
Hasta pronto, amable compañer@