Hace poco tiempo leí un artículo que explicaba cómo organizar los armarios roperos aprovechando un cambio de temporada. Primero pensé hay que ver cómo se ganan la vida algunas personas, un artículo entero para un tema tan baladí. A los pocos días me vino a la memoria el citado artículo y mi soliloquio tomó un rumbo distinto: Sí, sí, será una tontería, pero yo lo leí hasta el final".
Pero ahí no quedó la cosa: por tercera vez en poco tiempo, en una de esas noches en las que cuesta conciliar el sueño, recordé el artículo desde otra perspectiva: el párrafo que llamó mi atención cuando lo leí se refería a qué criterios utilizar para desechar la ropa.
¡Qué curioso! Lista de criterios para desechar la ropa. Es verdad, y también utilizamos criterios para reordenar el despacho, el taller, las guanteras del coche... cualquier espacio en el que hemos ido depositando diferentes objetos.Y a medida que vamos viviendo vamos cambiando los criterios de selección y también los contenedores para guardar los objetos.
Así que hoy vamos a hablar de contenedores.
Los contenedores de la imagen se utilizan para reciclar: depositamos ahí algo que ya no queremos con nosotros pero que pensamos que de una u otra forma se podrá procesar.
Las personas también hacemos de contenedores, en este caso de las emociones ajenas. Asumimos ese rol de forma intuitiva o profesional, pero casi todo el mundo es / ha sido / será depositario de las confidencias de alguien. Está muy bien, porque es una forma espléndida de estrechar lazos afectivos, consolidar relaciones interpersonales, mejorar las capacidades de escucha activa, ayudar a otra persona en momentos delicados, etc., etc. Cuando hacemos de contenedor de las emociones ajenas estamos tomando parte activa en su labor de procesamiento: al finalizar el proceso, esas emociones no habrán desaparecido, sino que se habrán transformado en algo diferente y más útil listo para darle un nuevo uso.
Me conviene, además, distinguir entre los diferentes tipos de "contenedores". Pasa igual que con los contenedores "de verdad": si echo el aceite en el contenedor del papel estropeo el papel, el aciete no se recupera y además se contamina el medio ambiente. Por eso cada contenedor "de verdad" tiene sus propias características de forma, color, etc., es importante saber cuál conviene utilizar en cada oportunidad.
Así que vamos a hacer una clasificación de "contenedores", para no echar el aceite en el de papel :-)
Contenedor estándar, con color estandarizado que todo el mundo conoce: aquí se puede depositar casi cualquier tipo de vidrio. Dejamos en él nuestras botellas y similares sin pensar demasiado, en un acto casi reflejo producto de la costumbre. Pocas personas se paran a pensar qué tipo de vidrio no puede echarse en este contenedor. Es el de vidrio, ya está.
Si nosotros estamos haciendo de "contenedor" y mostramos esta imagen estándar, es probable que viertan en nosotros cualquier cosa que convenga reciclar, como una riña con un compañero de trabajo o remordimientos por un grave atropello a los derechos de otras personas. Existen muchas posibilidades de que no podamos procesar esos contenidos y nos sintamos como el papel impregnado de aceite: incapaces de mejorar la situación ajena y nosotros llenos de pringue.
Contenedor artístico: a pesar de que la forma es idéntica al anterior, éste presenta una novedad atrayente: reproduce una conocida obra de arte. Llama la atención e invita a acercarse, contemplarlo y utilizarlo. No sé si el ayuntamiento de Pamplona desea hermosear la ciudad, concienciar a los ciudadanos de la importancia del reciclaje, evitar los grafitis... pero el caso es que estamos ante un contenedor estándar al que se le ha añadido una capa externa sofisticada y atrayente.
Si nosotros estamos haciendo de contenedor artístico, estamos llamando la atención a los demás para que se acerquen a depositar sus cuitas. Puede resultarnos gratificante porque a casi todo el mundo le gusta sentirse valorado, pero no estaría mal mirarnos primero a nosotros mismos para ver si en realidad no somos el contenedor estándar con una capa de maquillaje que se puede descascarillar al primer embate. Seguro que tú también conoces a alguna persona que, probablemente con mejor intención que acierto, ejerce de consultora / asesora / consejera sin contar con los conocimientos necesarios.
En estos casos puede ocurrir que quien hace de "contenedor" vaya acumulando estrés por la inquietud que le genera la inseguridad ante el servicio que presta. Y quien solicita el apoyo puede verse también perjudicado de diversas maneras: relaciones de dependencia, visiones sesgadas, problemas para avanzar, ...
No obstante, un contenedor artístico puede ser muy útil si quien hace de contenedor se cuida de que quede claro el tipo de ayuda que puede brindar: en el caso de la imagen podría ser útil para depositar las botellas de un botellón urbano, por ejemplo, pero debería dejar claro cuál es su misión. Nosotros, del mismo modo, podemos dejar claro que podemos ser útiles en desencuentros de parejas, por ejemplo, pero no en traumas infantiles.
Contenedor - perezoso: Este contenedor, situado en Tortuguero, es muy diferente. Mucho más pequeño, esbelto, sirve de base para la escultura de un animal emblemático de la zona. Los visitantes lo utilizan como papelera en la que depositan cualquier tipo de desecho (papel, vidrio, plástico...). Resulta muy atractivo y sugerente e incita a utilizarlo.
Un contenedor pequeño que alberga objetos variopintos. Está claro que se ha de vaciar frecuentemente y que es preciso dedicar un tiempo a clasificar su contenido. Muy apropiado para la cultura de su entorno, hacer las cosas poco a poco y hacerlas bien, con interés y dedicación; ese perezoso explica perfectamente el enfoque: poquito a poco, se puede conseguir una vida grata y una edad longeva.
Si nosotros estamos haciendo de contenedor - perezoso, nuestra forma de acompañar a la persona que lo necesite es algo así como vierte aquí lo que quieras, pero en pequeña cantidad, porque vamos a procesarlo despacito y con cariño. Seguro que la persona atendida así se encuentra cálidamente acogida y con mejores niveles de bienestar.
Este planteamiento es apropiado si tenemos formación específica y experiencia adecuada en acompañar a personas en sus procesos de desarrollo personal. De no ser así, lo más probable es que vivamos esta situación como impostores, lo cual no es sano ni para nosotros ni para quien ha solicitado el acompañamiento.
Contenedor - búho: También lo he visto en Tortuguero, y forma parte de la "familia" de contenedores del lugar: pequeños, artísticos y rematados por un animal del ecosistema.
Tiene en común con el anterior su pequeña capacidad, pero el animal es muy distinto: en este caso no se trata solamente de procesar poco contenido cada vez, sino que se procesa contemplándolo con "mirada de búho": con toda la calma que proporciona la inmovilidad de este animal cuando vigila sin interferir, verificando cuidadosamente todo lo que está al alcance de su vista... y recogiendo lo aprovechable, elevar el vuelo y llevárselo a otro lugar para poder disfrutarlo de forma cómoda y segura.
Si nosotros estamos haciendo de contenedor - búho ponemos todos nuestros recursos en detectar y resaltar todos los puntos fuertes y las capacidades de nuestro interlocutor, para ayudarle a que contemple la problemática que nos comparte con "ojos de búho", con una perspectiva diferente en la que apoyarse para superar la situación que le ocupa. Estamos ayudándole a que saque lo mejor de sí para seguir desarrollándose a partir de sus propios recursos.
Obviamente este tipo de interrelación no puede darse en cualquier caso, pues exige que la persona que solicita ayuda tenga una base sobre la que apoyarse y, además, que quien hace de contenedor cuente con una sólida experiencia. De no ser así se pueden generar falsas expectativas, diversas frustraciones y dolor para ambas partes. (Sé que hay personas que ignoran deliberadamente estos riesgos buscando su propio beneficio, pero en este caso no hablaríamos de "contenedor - búho", podríamos decir "contenedor - agujero negro" ).
En esencia, todos podemos hacer de "contenedor". Es más, lo considero una especie de deber ciudadano porque es una forma de contribuir al bienestar de los demás. La clave para no dañar y no dañarse es reflexionar previamente y preguntarse: ¿qué tipo de contenedor emocional soy? Si tu respuesta te gusta, adelante. Si no te gusta, siempre tienes dos opciones: buscar otra alternativa para ser útil a las personas de tu entorno, y prepararte para lograr ser un buen "contenedor" en el futuro. Porque la base de todo lo demás es que tú te encuentres satisfech@ de tus propias decisiones.
Espléndido Edita.
ResponderEliminarAlguna vez he pensado en este tema sin embargo, yo no soy tan generoso, lo admito. Lo enfoqué como esponja emocional, para aprender de los demás. El proceso de guardar, reciclar o simplemente desechar es muy similar. Algo así como no esperar a que echen, ir a buscar emociones de manera espontánea.
Gracias por compartirlo
Pedro López Mora
Muchas gracias a ti por tus reflexiones y por tu interés, Pedro :-)
EliminarExcelente post, Edita. Una manera innovadora e inteligente de entender y llevar mejor nuestras vidas y nuestro entorno. Gracias por compartir. Saludos.
ResponderEliminarEres muy amable, Juan Carlos, te agradezco mucho tu apreciación :-)
EliminarMe encantó la metáfora de los contenedores. Gracias !!!
ResponderEliminarMuy amable, Francesc 😊
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