23 de diciembre de 2015

Gracias por seguir "leyéndome"

Un año más, aquí me tienes para agradecerte tu tiempo, tu atención y tu cariño.

"Un abrazo al mundo" Silvia García Vaquero
Ya ha pasado un año desde que te escribí Gracias por "leerme".  Un año en el que he puesto lo mejor de mí para ofrecerte noticias, opiniones, sugerencias, quejas, entretenimiento, aprendizajes y todo cuanto en un momento dado he pensado que podría interesarnos.  Interesarnos, sí, a ti y a mí, porque esto no funciona si solo le interesa a una de las partes.

Como es natural, unos artículos te han interesado más que otros. Nos ocurre a todos y depende de muchas variables, como las inquietudes del momento, una necesidad concreta que se presenta ante una situación determinada, las aficiones e intereses propios, el afán de conocer qué está pasando por ahí, el tiempo disponible para la lectura, el grado de acuerdo con lo que habitualmente se lee en el blog, ...

Como no puedo saber qué has leído y qué no, voy a ponerte aquí los tres artículos que han tenido más visitas durante este año, por si te has perdido alguno o quieres volver a echarle un vistazo:
 
  1. Pero no empuje (1751 visitas),  escrito al alimón con mi buen amigo José Iribas (@jiribas), una reflexión a dúo sobre el respeto.
  2. Quiero ser feliz (1216 visitas), un conjunto de sugerencias sobre qué hacer de forma proactiva para mejorar nuestros propios niveles de felicidad.
  3. Directivos, estrés y resultados: ¿Munch o Matisse? (1198 visitas),  sobre la intensidad con que se vive el papel de líder y las consecuencias sobre la salud.


     Y si deseas leer algún otro artículo, por mi encantada (smile).  Te recuerdo que están organizados en pestañas, "Organizaciones", "Equipos", "Personas" y "Divertimentos".

    Lo dicho:  te agradezco sinceramente la compañía que me regalas y seguiré haciendo lo posible para se prolongue por mucho tiempo. Así que sello este compromiso con un abrazo de oso.

    Gracias, amig@ :-)

15 de diciembre de 2015

Empleados no deseados: ¡a la pira!


En el mundo de los mal denominados RRHH se recurre frecuentemente al despido  fulminante por múltiples causas. ¿Echamos un vistazo a la naturaleza para intuir cómo lo plantearía?

Por lo general, cuando en una organización se decide un despido fulminante es porque se piensa en una sustitución, conseguir una nueva energía, renovar la energía que favorezca la consolidación y el crecimiento de la empresa.(Puede que exista algún  caso de despido fulminante para amortizar la plaza, pero yo no conozco ninguno).

En la naturaleza, el fuego y la incineración  son más la excepción que la regla. Ni siquiera un contenido de madera seca del 50% se despacha quemándolo.

La humanidad recurre fácilmente a la quema de todo lo que considera como un desecho. Es una política dominante en la agricultura, la industria y la eliminación de basuras y residuos. Cuando no sabemos qué hacer con algo, lo quemamos.         (Leído en Energías Renovables no convencionales).

Quemamos también para producir electricidad.  En cambio, la naturaleza utiliza 6 fuentes principales de electricidad: calor, luz, fricción, presión, magnetismo y bioquímica.  Y todas estas fuentes son mucho más eficientes que las que utilizamos la humanidad.

Asocio un despido fulminante con el fuego para deshacernos de algo no deseado porque, en líneas generales, la persona despedida se siente como el árbol en el incendio:  rodeada de un ambiente asfixiante, demoledor y sin posibilidad de liberarse de él.  En poco tiempo desaparecen, y además de forma traumática,  todos sus esfuerzos, aportaciones y expectativas de una parte muy importante de su vida. Al modo de un brote verde,  queda por delante un largo y penoso proceso de resurrección a partir de lo que se pueda salvar de la quema, si se consigue salvar algo.

El resto del bosque - digo,  de la empresa - también queda tocado: dedica gran parte de sus recursos a rehacerse, reequilibrar las fuerzas, reposicionar a cada uno de los miembros, asumir la nueva realidad, protegerse de futuros incendios...

La naturaleza utiliza otros medios para conseguir electricidad (energía), y la empresa también podría conseguir que las personas vinculadas a ella aportaran la energía adecuada para conseguir los objetivos consensuados:

  • Calor: una empresa puede ser tan buena como la naturaleza brindando calor: ofreciendo a las personas atención, confianza y respeto es muy probable que mejoren los resultados.
  • Luz: La luz favorece la fotosíntesis y numerosas reacciones tendentes a iniciar / consolidar la vida.  Una empresa puede aportar luz a sus empleados mediante una buena política de comunicación tanto formal como informal, asegurándose de que todo el mundo comprende hacia dónde se va, con qué recursos se cuenta para ello y qué tipo de contribuciones individuales se han pactado.
  • Fricción: A priori puede parecer indeseable, pero en ocasiones es buenísimo generar una situación de conflicto para que surjan agendas secretas, comportamientos mejorables, expectativas desajustadas o cualquier otra índole de retardadores que estén dificultando las buenas relaciones y la consecución de objetivos.

  • Presión: Fijar plazos de entrega ajustados (ajustados, no imposibles, y  contando con los recursos precisos para conseguirlos) es una buena vía para lograr que las personas se sientan activas, útiles y apreciadas.
  • Magnetismo: si la empresa se cuida de que todos los directivos sean capaces de ejercer un liderazgo inspirador, las personas de sus equipos se sentirán atraídas hacia ese estilo de hacer y, por lo tanto, será más fácil que se consigan los objetivos.
  •  Bioquímica: en la naturaleza, algo tan familiar como el metabolismo nos permite seguir vivos. Conocer los procesos inherentes al metabolismo facilita conservar la salud y alargar la vida. En la empresa, estimular que los líderes sean biomiméticos puede ayudar a que los empleados transiten por la vía de la mejora continua, cooperando así para el éxito corporativo.
Quizás estaría bien que las organizaciones aplicaran esta receta natural (aunque de momento no tenga etiqueta ecológica) antes de proceder a un despido fulminante.




¿Por qué no probar antes de provocar un incendio de consecuencias devastadoras?  La naturaleza consigue la energía necesaria sin tener que recurrir al fuego.  Y se supone que nosotros somos la "parte inteligente" de la naturaleza...
Temas relacionados:
No congeniamos, vete,    
Las hormigas y los despidos
¿Es así la empresa para la que trabajas? (y IV)

4 de noviembre de 2015

Biomimética: el líder camaleón

Un interesante caso de cooperación visual aplicada al management

En el artículo Sofisticados sistemas dentro de un pequeño camaleón se explica de qué forma utilizan los ojos los camaleones.

Entiendo que la frase más relevante del artículo es Los movimientos oculares no son simplemente "independientes":  cada ojo es consciente de su propia ubicación y la orientación del otro ojo.  Es un tipo diferente de cooperación visual. 

¡Qué sugerente!  Estoy viendo a un líder - camaleón aplicando su atención distribuida a lo que ocurre en su propio interior, en el equipo que lidera y en el entorno en el que se desenvuelve dicho equipo.

Es una forma preciosa de explicar cuántas variables debe controlar a la vez para tomar nota de los datos relevantes y poder así decidir qué conviene mejor en cada momento.

En una sociedad en la que los líderes son responsables de conseguir los mejores resultados de sus equipos y, a la vez de la propia organización, es imprescindible atender tantas variables simultáneamente que en ocasiones se prioriza una de ellas en detrimento de las demás.   Ello conlleva un alto riesgo de error y de generar niveles de estrés por encima de lo deseado, por lo que parece aconsejable que el líder tenga una amplia visión del conjunto para poder priorizar adecuadamente.


Su lectura me ha sugerido también que un camaleón, tan sofisticado él, tiene muchas características en común con un buen líder.  Por ejemplo:


Tener el cerebro y el corazón "en el  terreno" supone atención plena en el aquí y ahora, lo que a su vez exige un alto grado de autoconciencia y de autodisciplina.

No sobresalir del equipo más de lo necesario es una forma de comportamiento extremadamente difícil, porque hay que tener la visión precisa de un camaleón para saber cuándo hay que tomar el protagonismo y cuándo hay que quedarse en un discreto segundo plano para que las personas del equipo actúen con toda la autonomía que sea posible.

Inteligencia para asirse a la realidad es cualidad altamente valorada para que sea capaz de aplicar en la práctica los valores y principios que rigen la organización, dado que el líder es responsable de definirlos, transmitirlos y dar ejemplo con su comportamiento en el día a día.

Atento a respetar a los partícipes para conseguir las mejores aportaciones de cada uno de ellos, alentando la mejora continua y el compromiso y guardando un delicado equilibrio entre la presión para conseguir objetivos y el respeto debido a cada una de las personas del equipo.

Visión distribuida para captar montones de información relevante y proveniente de distintos focos:  las personas del equipo, la propia organización, la competencia, el mercado, la legislación... y ser capaz de combinarla para que resulte una herramienta práctica en vez de un pozo sin fondo en el que perderse.

Todos los recursos aplicados a la supervivencia del equipo porque su propia supervivencia depende del equipo:  tener claro que no existe líder sin equipo es tener claro cómo enfocar la estrategia y las políticas que han de conducir al éxito.

Pero, sobre todo, esta "cooperación visual" resulta práctica para el líder si se la aplica a sí mismo: la eterna comparación entre lo que hace / lo que ven las personas del equipo es una magnífica guía para trazarse planes de automejora y mantener simultáneamente un buen modelo de comunicación intragrupal que fomente la ayuda mutua.
Un ojo mirando hacia adentro y otro mirando hacia afuera, cada uno consciente de lo que ha de mirar, lo que ha de procesar, y cómo lo ha de combinar con el trabajo realizado por el otro ojo... un precioso camaleón utilizando todas sus habilidades.

¿Cuántas personas conoces que utilicen las habilidades del camaleón cuando llevan puesta la gorra de líder?

6 de octubre de 2015

Quiero ser feliz


Normalmente no precisamos demasiado cuando nos referimos a la felicidad. “Quiero ser feliz” es algo que nos decimos a nosotros mismos sin detenernos demasiado en el alcance del término.

Vivimos en una sociedad que parece obligarnos a ser felices; nos bombardean los diarios, las televisiones, las películas, los religiosos, los políticos… Todo el mundo quiere “ayudarnos” a que seamos felices. Y el problema reside en que son los demás los que se empeñan en escoger qué necesitamos nosotros para ser felices: desde unas determinadas creencias a una determinada marca de sopa.

¿No será que hemos de elegir según nuestro propio criterio? Parece claro que es así. En efecto, todos llegamos a un momento en el que nos decimos: “basta de escuchar a los demás. A partir de ahora, seré yo quien decida sobre lo que es realmente importante para mi felicidad”.

¿Seguro? Veamos.

Cuando yo era una niña pequeña acostumbraba a jugar en el jardín de la abuela, bajo una gran mata de hortensias. Un día en que estaba concentrada en mis cosas, apareció mi madre, me miró horrorizada, me sacó del escondite a tirones y me llevó medio a rastras a casa de la vecina, todo ello en medio de alaridos de terror. La vecina me miró, se puso lívida, se quitó una alpargata… y me atizó en la cabeza con entusiasmo, subrayando el acto con unos poderosos gritos perfectamente entonados con los de mi madre.

Después me explicaron que yo tenía una araña paseándose por mi melena. ¿No hubiera sido más fácil hacer una presentación normal, del tipo: “Aquí, una araña; aquí, una niña; mucho gusto”?

No hace falta pensar mucho para saber cómo he estado yo reaccionando ante una araña, durante años y años. Naturalmente, yo sentía miedo. Y gritaba y gritaba cada vez que veía una araña, hasta que acudía alguien a eliminar al pobre animalillo. 

Es un caso (bastante típico, por otra parte) de emoción negativa aprendida. Sin darse cuenta de ello, mi madre me hizo una magnífica demostración de qué se tenía que sentir ante la presencia de una araña. Puedo asegurarte que la combinación de gritos, caras de miedo y alpargatazos es una forma estupenda de grabar a fuego una emoción negativa en una criatura.

Por aquella época conocí a una niña que acababa de llegar de los campos castellanos. Aquella niña se alborozaba cada vez que divisaba nubarrones en el horizonte. Desde muy pequeñita había presenciado cómo celebraban sus padres la tan deseada lluvia para los sedientos campos. En este caso, era una emoción positiva, una emoción positiva aprendida. Pero ella no sentía ningún tipo de emoción ante una araña, ni yo ante un nubarrón. Es más, cada una de nosotras encontrábamos extrañísimas las reacciones de la otra.

Mi madre no tenía inconveniente en que yo jugara con esa niña, pero, en cambio, me había prohibido terminantemente hablar con Rosa, una gitanilla que correteaba por el barrio de vez en cuando. Y mi madre debía de tener razón – pensaba yo -, porque cada vez que alguien llamaba a nuestra puerta ella miraba por la mirilla y, en tratándose de una persona gitana, no sólo no abría la puerta, sino que la atrancaba con una pesada silla de madera que estaba por la casa desde tiempos inmemoriales. Ya se sabe, me recalcaba, los gitanos, cuanto más lejos, mejor; nunca te fíes de ellos ni les permitas ningún tipo de aproximaciones. 

Y yo lo entendía perfectamente, porque ya se sabe que todo lo que desaparece del pueblo lo roban los gitanos, e incluso roban niños; me lo habían repetido amigos, parientes, vecinos y conocidos. Así que yo tenía mucho cuidado en cambiar de acera y utilizar otras tretas cada vez que encontraba a alguien “así” por la calle.

La aversión a los gitanos también la aprendí de pequeña, pero en este caso no se trata de una emoción, sino de un prejuicio. Un pre-juicio es un juicio previo, es decir, un juicio que nos hemos formado antes de que ocurran los acontecimientos que hemos de juzgar.

Un prejuicio no es necesariamente malo, como solemos imaginar. Por ejemplo, el prejuicio de que una votación ganada por mayoría es buena para tomar decisiones que afectan a todos los votantes es un buen prejuicio, puesto que facilita la elaboración de leyes y su cumplimiento sin necesidad de utilizar métodos coercitivos.

En términos generales, podríamos decir que lo que tienen en común las emociones y los prejuicios es que son aprendidos. Cuando aprendemos una cosa, la interiorizamos y nos sirve para automatizar nuestras respuestas. Esto es muy positivo, porque nos ahorra tiempo y energías ante numerosas situaciones.

Imagina que debes pensar paso por paso todo lo que tienes que hacer por la
mañana para lavarte los dientes: tienes que coger el dentífrico con la mano no dominante, sujetarlo, abrir el tapón con la mano dominante, dejar el tapón encima de la repisa, coger el cepillo con la mano dominante, aplicar el dentífrico al cepillo, cambiar el cepillo de mano para cerrar el dentífrico y dejarlo en su lugar, volver a coger el cepillo con la mano dominante, abrir la boca, introducir el cepillo, apoyarlo contra la dentadura, etc., etc., etc.

Pensarás con toda la razón del mundo: ¡Qué horror, ni siquiera me he lavado la boca y ya estoy agotad@! A este paso, ¿cómo acabaré el día?

Si tuviéramos que pensar todas las cosas que hacemos mediante rutinas interiorizadas, no tendríamos tiempo de nada y acabaríamos agotados. Por eso son tan útiles las rutinas. Y por eso tenemos “rutinas” en nuestros sentimientos y en nuestros juicios. Nuestros padres y educadores, que en líneas generales lo hicieron magníficamente (la prueba es que hemos llegado hasta aquí) se esforzaron para que interiorizáramos “rutinas” que nos ayudaran a desenvolvernos en este pícaro mundo. Salpicaron nuestra infancia de “esto está bien”, “esto está mal”, “tienes que sentirte así”, “tienes que sentirte asá”. Muy bien. Nos ahorraron muchísimo trabajo y nos dieron herramientas para crecer y llegar a ser personas.

Lo que ocurre es que tenemos tendencia a aplicar la ley del mínimo esfuerzo (que, por otra parte y según en qué contextos, puede ser muy saludable) y aplicamos las rutinas indiscriminadamente. En muchas ocasiones son correctas, de acuerdo, pero a veces nos iría mejor hacer otra cosa.

Hay momentos en la vida en que nos conviene preguntarnos qué tipo de respuestas damos, qué reacciones tenemos, qué actitud adoptamos, qué otras posibilidades tenemos. Cuesta hacerlo, pero el resultado es magnífico. 

Es igual que la rutina de lavarse los dientes. Cuando comencé a tener problemas dentales, mi dentista me pidió que me lavara la boca ante él. Descubrió que mi rutina era nefasta por múltiples motivos y me enseñó una nueva forma de hacerlo: puedo asegurarte que me sentí fatal (¿Cómo va a enseñarme este señor a hacer algo que hago desde los tres años? ¿Qué se habrá creído?) y que me costó mucho tiempo aprender la nueva forma y llegar a hacerla rutinaria. Pero, gracias a esta modificación, conseguí salvar varias piezas dentales. Ahora, la experiencia me dice que me conviene examinar periódicamente mi forma de lavarme los dientes, por si puedo mejorarla en algo que me favorezca.

Igual ocurre con las otras “rutinas”. Lo que en un momento determinado me funcionó muy bien puede que ahora me esté perjudicando o, como mínimo, es mejorable para favorecer mi bienestar. Durante muchos años me fue muy bien gritando ante las arañas y escondiéndome de los gitanos. Era lo que se esperaba de mí y me evitó muchos problemas con la familia. Era lo que solemos llamar una persona “adaptada” a las normas sociales de mi entorno.

Lo malo es si no me doy cuenta de que respondo desde las “rutinas” en un entorno diferente, o dichas rutinas no me ayudan a ser un poco más feliz. Ahora, una persona que grita cuando ve una araña es un tanto histérica, además de que se lo pasa fatal; alguien que se aparta de los gitanos es racista, además de que se lo pasa fatal; lo que me funcionaba con mi pareja hace 15 años parece que ahora no tiene el mismo éxito, además de que me lo paso fatal; los hijos no responden como me gustaría, y encima me lo paso fatal; estos empleados no sé qué quieren, me gasto un dineral y me lo paso fatal; cada vez que oigo a este político me pongo de mal humor; estas películas transmiten mensajes desagradables; cada vez que tengo que enfrentarme a esta situación me pongo enferm@….

¿Quién no ha tenido diálogos internos de este estilo? Son señales de que tendría que cuestionarme cómo “me lavo los dientes”, de qué forma rutinaria estoy reaccionando.

Voy a intentar explicarte una nueva rutina para “lavarse los dientes”. Lógicamente, tú decides si te interesa probarla o no, y cuándo usarla. Pero te recomiendo que, si decides usarla, te impongas ejercicios periódicos hasta que sea una verdadera rutina. 

Te estoy diciendo que trabajes en fabricarte una nueva rutina para no tener rutinas. Es una paradoja, lo sé, pero funciona.

Imagina que tú eres una preciosa casa con sótano, planta baja y estudio-buhardilla. Es espaciosa, cálida, sólida, luminosa y acogedora. Tú prácticamente sólo utilizas la planta baja, donde tienes instalados los elementos principales necesarios para la vida. 

La casa en sí es perfecta, sólo tiene un pequeño inconveniente (ajeno a su estructura): es imposible meter en ella nada más, porque la heredaste llena de muebles, enseres y objetos que la ocupan por entero. 

Durante muchos años la utilizaste tal cual y te ahorraste mucho dinero y preocupaciones, pero ahora necesitas introducir cambios porque tu vida va a tomar un nuevo rumbo (vas a tener una nueva pareja, vas a tener hijos, deseas recibir invitados periódicamente, te quedarás a trabajar en casa, quieres poner un hotel de turismo rural… cualquier novedad que se te ocurra).

Así que decides mejorar las comunicaciones entre las tres plantas, de forma que se pueda acceder fácilmente a cualquiera de ellas y por lo tanto sea más fácil decidir qué elementos tienen que instalarse / desaparecer en cada espacio para que resulte habitable y acogedor.

Te pones manos a la obra. Lo primero de todo, ensanchas y aseguras las escaleras para subir a la buhardilla y para bajar al sótano. Ahora ya podrás moverte libremente por las tres plantas, subiendo y bajando sin preocupaciones cuantos elementos le convengan. 

Estas nuevas escaleras son de alta tecnología, de tal forma que cuanto más se usen más cómodas, amplias y agradables resultan. Un prodigio de la ingeniería que revaloriza en mucho tu casa. Ocupan una parte importante del salón principal, pero resultan útiles y decorativas. Ahora la planta principal tiene otro aspecto, puesto que puede utilizarse como antes pero además sugiere inmediatamente un montón de posibilidades en las otras plantas, además de haber actualizado la estética de la casa.

Estas nuevas escaleras representan la nueva “rutina” para fabricarse otras rutinas. (Observa cuánta agudeza por mi parte al calificar de “alta tecnología” una rutina).

La planta principal representa tu capacidad de pensar, tu inteligencia y tu forma de ser racional. Es la zona de la casa en la que haces tu día a día, te sientas para meditar, para tomar decisiones, para vivir en general; es la zona de la casa que compartes con los invitados, cuando los hay (la parte de tu personalidad que muestras socialmente a los conocidos y amigos). Casi siempre estás en esta planta, ahora modificada y actualizada para poder utilizar el resto de la casa.

Aprovechando el invento de las nuevas escaleras, decides darte una vueltecita por la buhardilla, a curiosear un rato. En realidad, hace tanto tiempo que no has subido que ya no recuerdas lo que hay allí, así que será una magnífica oportunidad para recordar las andanzas infantiles. 

La buhardilla alberga de todo, es un conjunto de recuerdos de tres generaciones: desde un precioso espejo veneciano que con un pequeño retoque puede quedar espléndido, hasta una cama desvencijada totalmente desfasada e inútil.

Decides actualizar el contenido de la buhardilla; después de la necesaria limpieza o restauración, algunas piezas irán al salón principal; otras se destinarán a los dormitorios, habrá un tercer grupo que se quedará en la buhardilla para que en ésta se pueda vivir y, finalmente, amontonarás un conjunto de enseres destinados al centro de reciclaje de tu población.

Naturalmente, ésta es una labor enorme que no vas a ejecutar ahora mismo; simplemente, has tomado la decisión sobre qué hacer con todo aquello. Poco a poco irás desempolvando, actualizando y desechando de acuerdo con la decisión que has tomado ahora.

La buhardilla es una zona de la casa que sólo enseñas de vez en cuando, y sólo a personas de mucha confianza. Todos los elementos que has encontrado en la buhardilla representan tus valores, creencias y normas que conforman tu ética o forma de posicionarte ante la vida: te ayudan a decidir qué está bien o mal, qué conviene o no, qué puede hacerse o no. Sólo hablas con otras personas sobre tus valores de vez en cuando, y sólo con personas de tu confianza.

Todos los elementos que contiene fueron importantes en el momento en que alguien los subió a la buhardilla, de lo contrario no estarían aún ahí. Pero en estos momentos en que las cosas no son como antes, no todos tienen el mismo valor. El elemento “cama vieja” (que podría ser “está mal tratarse con gitanos”) es viejo y obsoleto: a la basura con él. El elemento “espejo veneciano” (que podría ser “está bien jugar con una niña de otro lugar”) sólo necesita una pequeña restauración (“es bueno relacionarse con personas de otras procedencias”) para que sea perfectamente útil en la vida actual. Y si la restauración es auténtica – no sólo superficial, para presumir- incluso puede lucir en el salón principal (los invitados pueden ver que estamos ante una persona con amplitud de miras).

A medida que vayas trabajando con los elementos (quitar, adecuar, subir nuevos), la buhardilla será más y más habitable, más y más útil. Pero esta pieza de la casa siempre tendrá una característica única: aquí se guardarán los enseres más preciados que no se utilicen cada día pero que son imprescindibles para fortalecer tu identidad: lo verdaderamente importante no lo bajarás al salón, a la vista de todos los visitantes, del mismo modo que no haces gala de los principios éticos que te ayudan a navegar por la vida. 

Es decir, tienes en la buhardilla un conjunto de elementos “intocables” (no se puede matar, hay que ayudar a una persona desvalida, hay que tener una higiene mínima imprescindible, etc.) y otros que se pueden ir cambiando en función del momento vital en que te encuentres (los primeros patines que te regalaron están muy bien y los conservarás mientras no necesites el sitio que ocupan para otra cosa más actual y necesaria; creer que haber nacido en el lugar X es lo mejor del mundo está muy bien y puedes conservarlo mientras no choque con una realidad que te indique otra cosa y te provoque tensiones).

Ahora que ya tienes claro qué harás con tu buhardilla, decides cotillear un rato en el sótano. (Está muy bien, todos cotilleamos; la curiosidad es un signo de inteligencia). 

Utilizas tus maravillosas escaleras de última tecnología y apareces en una estancia grande y oscura. ¡Oh sorpresa! Después de tanto tiempo de no visitarlo, el sótano se ha convertido en la guarida de un montón de animales que campan a sus anchas. Ves  ratones, ratas, culebras, perros, gatos, palomas, zorros, pulgas, lechuzas, cerdos… (si eres biólog@, ahora mismo estás pensando en que estoy loca porque es imposible que convivan tales especies, pero sólo estamos jugando). Un enorme zoo, pero salvaje.

Como eres una persona civilizada reprimes tus deseos de bombardear el sótano y, tal como hiciste antes en la buhardilla, decides poner al día el “censo” de animales: cuáles tienen que irse, cuáles pueden quedarse y qué normas de convivencia tienen que aceptar para seguir viviendo en el sótano. 

De paso, decides abrir alguna ventana en la pared principal para que la estancia se ventile y resulte más higiénica.

Seguramente expulsarás a ratas, ratones, culebras y pulgas (Como ya has estado en la buhardilla, tienes claro qué animales “están bien” para convivir y cuáles no). Pero han vivido mucho tiempo cómodamente y no están dispuestos a marcharse así como así, por lo que tendrás que proponerles un plan de evacuación que llevará cierto tiempo.

Respecto a los animales que pueden quedarse, tienes claro que necesitarán una especie de código de convivencia para evitar complicaciones. Tú establecerás, por ejemplo, cuándo puede salir cada uno a buscarse la pitanza, y otras normas básicas (menos mal que tenemos la buhardilla bien amueblada).

Los animales son los sentimientos. En realidad no hay ningún animal malo, porque todos tienen su papel en la naturaleza. Pero nosotros también somos animales, lo que significa que no podemos convivir con cualquier tipo de animal. Y como tenemos que elegir, elegimos convivir con aquéllos animales que de una u otra forma nos hagan más agradable la vida.

Podemos elegir qué sentimientos son “malos” para nosotros: envidia, ira, frustración, miedo, etc.; y qué sentimientos son “buenos”: alegría, placer, esperanza, amor, etc. Y montar seguidamente un plan de evacuación / adecuación. Este plan puede ser útil para una buena temporada, para varios años incluso: si decido adecuar la casa para turismo rural me irá muy bien que los clientes puedan ver lechuzas; si la destino a lugar de trabajo, prefiero que se queden los perros.

El plan de evacuación y adecuación te llevará bastante tiempo en su diseño, y más todavía en su implantación:  Puedes decidir de forma relativamente sencilla que no quieres sentir frustración si tu jefe te ningunea, pero te llevará más tiempo poner en práctica el plan para superar estas situaciones.

La puesta al día de la buhardilla y del sótano se lleva a cabo desde la planta principal; es tu inteligencia la que te va dictando qué valores utilizar, qué sentimientos conservar y cómo gestionarlos.

A propósito, la ventana que vas a abrir en el sótano es la decisión de mostrar los sentimientos de vez en cuando; no pasa nada porque los demás vean que estamos contentos, enfadados o melancólicos. Ojo, el diseño de la ventana lo has decidido tú en tu salón principal: no puede ser cualquier tipo de ventana. No puedes permitirte que los sentimientos salgan de cualquier forma en cualquier momento con cualquier persona: salir sí, pero en el momento adecuado y de la forma adecuada. Más fácil de decir que de hacer, ya lo sé.

Y ésta es la rutina, no tiene más secretos: repasar periódicamente qué tenemos en la buhardilla, qué tenemos en el sótano y estudiar cómo obtener de todo ello el mejor provecho. Practicar, practicar y practicar. Piensa que cuentas con todos los medios para ser un poco más feliz; sólo tienes que utilizarlos adecuadamente.

15 de septiembre de 2015

Te doy las gracias

Te doy las gracias por haber leído nuestro artículo "Pero no empuje" (en el blog de José Iribas está en  http://bit.ly/1ipw9yK y en el mío en http://bit.ly/1KZpZvU).  

En unos pocos días hemos recibido más de 1800 visitas.  Suponemos que esta cantidad puede interpretarse de muchas formas, y nosotros aceptamos todas (procuramos no empujar, smile), así que vamos a hacerte un resumen de nuestro punto de vista:

•    Te importan estos temas: el respeto, la convivencia, el saber escuchar, las buenas maneras… y por lo tanto te sientes bien leyendo sobre el particular;

•    en las relaciones interpersonales procuras poner de tu parte, por eso ojeas artículos como éste por si pudieras encontrar alguna "fórmula" que poder aplicar;

•    formas parte del cada día mayor colectivo de personas socialmente responsables, aquéllas que aceptan su cuota de corresponsabilidad poniendo su granito de arena para que nuestra sociedad sea cada día un poco mejor;

•    estamos felices de contar con tu compañía, nos resulta grato y estimulante;  lo tomamos como un incentivo para seguir esforzándonos en nuestros respectivos rinconcitos de este pícaro y complejo mundo en el que nos ha tocado vivir.
  
Lo dicho:  permítenos darte las gracias. Como no podemos darte un abrazo de reconocimiento, te enviamos la imagen de entrada y un video simbólicos.


  
 Hasta siempre y mil gracias. Nos tienes a un clic :-)

1 de septiembre de 2015

Pero no empuje

Estoy leyendo el libro “Desde la adversidad. Liderazgo, cuestión de carácter”. Es una obra de Santiago Álvarez de Mon, mi admirado profesor del IESE. Seguro que el texto dará más juego en mi blog.

Hoy quiero contarte algo que captó mi interés ya en su prólogo. Lo escribe Josep Carreras. Quiero compartir contigo mi reflexión.

Redacto esta entrada, por primera vez, a dúo con Edita Olaizola (@EditaOla), amiga bloguera presente en otras redes sociales. Es mi primera experiencia de un post a cuatro manos. Ella ya lo ha probado con éxito. Como todo lo que en general hace… No voy a excederme en los elogios, porque luego le toca “hablar” a ella. Hoy quiero ser, orgulloso, su telonero.

Escribe Josep Carreras: “Frecuentemente bajo supuestos liderazgos salvadores, el odio y la intolerancia han caído sobre sociedades y grupos étnicos o raciales”.

Me consta que Edita no es una “supuesta líder”, es una líder en lo que hace. Y tendrá que aguantar que “desde mi libertad de cátedra” lo escriba así y aquí. Y tener convicciones firmes (y vaya que las tiene) no conlleva –más bien al contrario- que pretenda imponerlas; le basta con proponerlas. Ponerlas a libre disposición de quien las quiera conocer y valorar. Y saber, además, evitar discusiones (en el peor sentido del término) estériles.

A otra cosa, mariposa (Pixabay)
A este respecto, hace poco Edita comentaba un post mío (“Lío gordo”) y afirmaba: “¡Qué difícil es no discutir!... Me permito agregar uno (un consejo) más: acordar con el interlocutor sobre qué no hablaremos en lo sucesivo, esos temas en los que ninguno de los dos pensamos ‘dar nuestro brazo a torcer’. ¿Para qué gastar energías inútilmente, enturbiar las relaciones armoniosas y perder el tiempo? Cada uno sabe qué piensa el otro y a otra cosa, mariposa. A mí me funciona”.

No os extrañéis de que Edita mencione a ese insecto lepidóptero en estado adulto. Le encantan los animales y los defiende, como el respeto al medio ambiente en general, con empuje y pasión. Con convicciones. Sin violencias y sin alzar la voz pero con claridad y contundencia.

Lo de alzar la voz me recuerda aquella anécdota que se cuenta de Leibniz: Solía asistir en la Universidad de Leiden a debates con estudiantes y otros profesores. Las discusiones se desarrollaban siempre en latín. 

Pasado un cierto tiempo, Leibniz pudo constatar que frecuentemente acudía a los debates un vecino suyo que era zapatero de profesión.

Un día, escamado, se acercó al zapatero y le preguntó si acaso sabía latín para seguir los debates.

-Ni sé latín ni tengo intención de aprenderlo. Solo vengo a ver cómo discuten.
-Pero, si no entiende latín, ¿cómo sabe quién tiene razón en las discusiones?
-Eso es fácil. Cuando alguien grita mucho, ése seguro que no tiene razón.*

Estoy seguro de que cuando Edita debate con alguien, más que gritar e intentar imponer sus ideas, intenta argumentar y convencer con razonamientos. Y de que exige la misma actitud a la contraparte.

Crea Ud. en lo que quiera, pero no empuje ( imagen en http://bit.ly/1JrdGIE)
Como afirmaba el antropólogo (y muchas más cosas) navarro Julio Caro Baroja, “crea usted en lo que quiera, pero no empuje”. Se nota, Edita, que sois de la zona.

Tuya es la palabra. Seguro que los lectores del post la esperan.

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* Ignoro si la anécdota es cierta. La cita Gregorio Doval (@gedoval)  en Anecdotario universal de cabecera. Ediciones del Prado, Madrid 2003.



Querido José  (@jiribas), como dice tu admirado Leibniz, para que algo exista  no es suficiente con que sea posible, sino que tiene que ser compatible con la posibilidad de los otros elementos que componen, por así decirlo, "su mundo". 

En nuestro caso está clarísimo que "somos compatibles", porque coincidimos en muchas cosas respecto a la forma de ver el mundo y  las relaciones interpersonales.

Por eso acepto, no sin cierto rubor, el retrato que me has pintado: entiendo que tú y yo formamos, junto con otras muchas personas, un mundo interrelacionado en el que cada uno es lo que es - en gran parte - gracias a que los demás son lo que son.  Una especie de adaptación social de la teoría sobre las Neuronas espejo.  Como dice mi admirado Bauman, nos conocemos en tanto conocemos al otro y conocemos del otro.

En la primera parte de este artículo has mencionado a vuela pluma conceptos tan importantes como liderazgo, tolerancia, convivencia, discusiones y medio ambiente.  Me gustaría mucho hablar largo y tendido de cada uno de ellos, (de hecho son pilares de mi actividad profesional),  pero como obviamente es imposible voy a dar un salto mortal sin red resumiéndolos en uno solo: respeto (del latín  respectus, atención, consideración).

Considero que respetar es básico, que es la base de la sociedad, incluso en muchas sociedades no humanas.

La primera vía que me llama la atención es el respeto hacia uno mismo, porque nadie puede dar  lo que no tiene.  Podrías echar un vistazo a este artículo de Borja Vilaseca, (@BorjaVilaseca), Claves para amarse a uno mismo, que lo explica mucho mejor que yo.  (Mezclo adrede los términos "respeto" y "amor").

La segunda vía es la construcción y consolidación de un marco ético. Como dice Peter Singer, nuestros principios éticos son, por definición, los principios que tomamos como esencialmente importantes y rigen nuestra existencia. Ellos nos ayudan a escoger qué tipos de comportamientos son los adecuados, y desde la época de Aristóteles sabemos que los comportamientos adecuados, cuando son repetitivos, se convierten en "virtud".

Y la tercera vía, por fin, es la sociedad. Tal como repite a menudo Bauman,  la sociedad, su continuidad y bienestar son posibles gracias a la competencia moral de sus integrantes, y no a la inversa.

En otras palabras, creo que la secuencia bienestar personal - marco ético - responsabilidad social es algo que está en nuestras manos y que todos podemos ayudar para que funcione cada día un poquito mejor.  Como dice el refrán, "un grano no hace granero, pero ayuda al compañero".

A fin de cuentas, a todos nos interesa vivir en una sociedad respetuosa, ¿estás de acuerdo? ¿Y tú que nos lees… lo estás? Acepto "no" por  respuesta, obviamente:-)

24 de agosto de 2015

Gozar de mucha y buena vida: La importancia del humor

Un pequeño homenaje al gran maestro Daniel Rabinovich

Pocas cosas me gustan más que disfrutar la compañía de una persona inteligente que tenga sentido del humor.  Además de divertirme - obvio -  me estimula las neuronas, acrecienta la creatividad, favorece el abordaje de nuevos temas, me centra en el aquí y ahora, ..... en esencia, me hace sentir la preciosa sensación de gozar de mucha y buena vida.

Esta predisposición del ánimo es muy buena para mí, pero también para las personas de mi entorno:  estoy más predispuesta a escuchar, a ayudar en la medida de mis posibilidades, a embarcarme en nuevos proyectos, a iniciar nuevas amistades / consolidar las existentes, y, en general, más abierta y bien predispuesta hacia los demás.


Así que me gusta agradecer a las personas que me regalan tantas cosas buenas.  En persona si las conozco físicamente, por cualquier otro medio si no se da el caso.

Hace pocos días ha muerto el gran maestro Daniel Rabinovich, (ver noticia)  y éste es mi pequeño homaneje.  Si quieres sumarte, puedes ver aquí uno de sus monólogos más célebres



Te dejo aquí un poco de información sobre la importancia del humor, por si quieres ojear algo:

En Humor Sapiens:   Investigaciones científicas sobre el humor
Lo que dicen los psicólogos: The Science of Authentic Happiness
Una opinión de Pilar Jericó: Un día sin reír es un día perdido
Actividades sobre el humor: Insituto Quevedo del Humor
Un caso real en el mundo de la empresa: Empresas que ríen
Un divertimento:  Un neologismo marrón

¿Qué importancia tiene el humor en tu vida?

10 de agosto de 2015

Directivos, estrés y resultados: ¿Munch o Matisse?


Conozco a más de un directivo (conozco más hombres que mujeres en esta posición) que vive su vida inmerso en la presión, el estrés y la angustia por conseguir los mejores resultados.

Me he acordado de ellos al leer una entrevista a Federica Pellegrini -  plusmarquista que ha conseguido 5 medallas en 5 mundiales - y no he podido por menos de hacer una analogía:

http://www.editaolaizola.blogspot.com.es/2015/08/directivos-estres-y-resultados-munch-o.html
  

Todos sabemos que la trayectoria profesional de los grandes deportistas es muy corta, y que después han de plantearse la vida de una forma muy diferente.  De hecho, hay organizaciones como Fundación Adecco  que se ocupan de acompañar a los deportistas en el diseño de su nueva trayectoria profesional.

En cambio, un directivo no tiene por qué tener una trayectoria profesional corta, antes al contrario:  lo ideal es que aproveche todas las experiencias de su vida (no solo profesional) para realizar su trabajo  cada vez  más eficiente tanto para él como para el entorno.

Existen dos tipos de directivos:

Quienes se toman su carrera profesional como un deportista de élite: (Resultados a través del estrés)
  1. Centrado en el trabajo;
  2. planteándose objetivos cada vez más ambiciosos sin importar los sacrificios que haya que hacer para lograrlos, a corto plazo, aplicando todos los recursos a su alcance para un solo objetivo;
  3. autocompromiso con el triunfo a corto plazo;
  4. conciencia de sus fortalezas y debilidades para competir;
  5. interés en hacer más de lo mismo;
  6. miedo a lo desconocido y a los imprevistos;
  7. cada vez más especializado.
     
Quienes consideran que dirigir organizaciones es una de las facetas de su trayectoria vital, en la que puede realizar grandes aportaciones a la propia organización, a los partícipes y al entorno consiguiendo simultáneamente mayores niveles de autocrecimiento personal.  (Resultados a través del eustrés).
  1. Centrado en la vida;
  2. objetivos de crecimiento personal teniendo en cuenta a los demás, la sociedad, la naturaleza...
  3. autocompromiso de mejora continua, consigo y con el entorno;
  4. conciencia de sus fortalezas y debilidades para cooperar al bien común (incluyendo el propio);
  5. interés por aprender y desarrollar nuevas competencias, habilidades, experiencias...
  6. interés por lo nuevo y desconocido;
  7. cada vez más holístico.

¿Qué tipo de resultados se pueden esperar de cada una de las opciones?

Como deportista de élite:

  • Tensión, angustia, temor...
  • Incertidumbre por el futuro;
  • Riesgo de pérdida de rumbo vital;
  • Riesgo de fracaso vital;
  • A largo plazo, sensación de vacío;
  • Vivir para sí.
Si tuviera que encontrar una imagen que describa ese cúmulo de sensaciones, sería "El Grito" de Munch.

Como directiv@ responsable:

  • Ilusión, paz, energía...
  • Serenidad ante el futuro,
  • Satisfacción con la trayectoria vital,
  • Satisfacción por las aportaciones realizadas,
  • Sensación de plenitud,
  • Vivir para sí y para el mundo
Para ilustrar este segundo posicionamiento se me ocurre "La alegría de vivir" de Matisse.

En líneas  generales, una organización que mira a largo plazo y desea consolidarse atendiendo también a las necesidades y expectativas de todos sus partícipes prefiere contar entre sus filas a personas que se preocupan por su trayectoria vital:  acostumbran a conseguir mejores resultados a largo plazo y con mayores cuotas de felicidad en la empresa.

Obviamente no hay una fórmula mágica para conseguir que l@s directiv@s de la organización aporten este perfil, pero -  además de cuidadosas políticas de integración, compensación, etc. - es vital que la cultura de la organización esté cimentada en los valores coporativos y que se primen comportamientos centrados en esos valores.  Aplicar un modelo de liderazgo líquido puede ser una muy buena opción.

¿Tienes unos minutos más para leer? Te dejo tres artículos relacionados:
Empresas que ríen
La felicidad como indicador del rendimiento profesional
Confianza consciente

Y para acabar, una reflexión: ¿cómo te ves en esta etapa de tu vida profesional?


16 de junio de 2015

En tu empresa ¿se come de rancho o de pintxos?

Foto de @aroru26


El modelo de gestión de una empresa, y especialmente del Ecosistema Interno,  tiene muchos paralelismos con el modelo nutricional.(tuitear)

Con todas las excepciones que queramos, los españoles comemos -  normalmente  sentados a la mesa - un menú consistente en primer plato, segundo plato, postre y café.  Generalmente se trata de platos preparados con unos pocos ingredientes, iguales para todos los comensales.
 
También tenemos otra forma muy distinta de comer, que hasta hace relativamente poco era una forma de aperitivo / entretenimiento antes de las comidas principales:  los pintxos

Comer de pintxos es algo muy distinto: los pintxos son variados por definición, generalmente se comen de pie, es habitual visitar diversos establecimientos para degustar la especialidad de cada uno, el recorrido suele efectuarse en un ambiente desenfadado, amable, divertido…




Gestionar el Ecosistema Interno de una organización es algo parecido:  Se puede hacer como quien guisa un rancho o como quien prepara una buena barra de pintxos surtidos. (tuitear)
 
 
Un Departamento de Recursos Humanos al estilo Rancho está especializado en "café para todos"
(tuitear):  normativas estándar de aplicación a todas las personas que trabajan para la organización, con gran peso en la legislación laboral.  No voy a extenderme más porque es un planteamiento archiconocido.
  
Un Ecosistema Interno bien gestionado se parece a una barra de pintxos (tuitear): Para empezar, se tiene cuidado de diseñar el entorno de trabajo de forma que resulte tan  cómodo, acogedor y motivador como sea posible. 

Del mismo modo, los "ingredientes" y las "herramientas" son sofisticados, siempre frescos y de elaboración exquisita; prácticamente todo se hace "a medida": el puesto de trabajo, la compensación, formación, horarios, evaluación, desarrollo de carrera…

Este enfoque pretende abordar dos variables estratégicas simultáneamente:
 
Las personas como tales: atendiendo a la cuota de felicidad que se les puede facilitar desde la organización;


Las personas en su rol de partícipes de la organización:

  •  facilitando la formación continuada (formal, informal, de apoyo intergeneracional, a través de las redes…), 
  • favoreciendo relaciones de respeto (impulsando la diversidad, la creatividad, la proactividad, el compromiso con los resultados…), 
  • aplanando el organigrama (organizaciones "sin jefes"... ), 
  • favoreciendo la gestión por proyectos en detrimento de los puestos de trabajo…

Todo ello  pensado para que los "comensales" se sientan satisfechos e implicados con la organización, convirtiéndose de esta forma en los mejores prescriptores posibles.

¿Qué hace tu empresa para gestionar su Ecosistema Interno? ¿Qué experiencias conoces, de primera mano o porque hayas leído, oído...?

Para que puedas responder a estas preguntas he preparado una encuesta animus iocandi, (tuitear) cuyo enlace tienes aquí.  Anímate a responder. Con los resultados publicaré un artículo que espero que resulte interesante.  Tengo la sensación de que no  conseguiremos un sesudo estudio científico (smile), pero nos resultará entretenido y nos ayudará a reflexionar.  Muchas gracias por tu participación.


La encuesta está aquí