Inspirar → huella líquida
El agua es uno de los elementos básicos para que exista vida. Y no sirve de cualquier manera: si hay poca las plantas se agostan, los animales languidecen y la vida en su conjunto se marchita o desaparece. Si hay excesiva, los cauces se desbordan, la tierra fértil es arrastrada, las plantas son arrancadas, los animales perecen... la vida se extingue.
En cambio, si el agua que fertiliza un campo es la adecuada, facilita que las plantas crezcan sanas y robustas; ello da pie a que los animales también tengan su oportunidad, y el conjunto del ecosistema es saludable y generador de más vida.
Cuando el agua se posa en la tierra suavemente, como una huella, va humedeciéndola, sin inundar, hasta que cala lo suficiente como para provocar el nacimiento de la vida: germina las semillas, facilita el acceso a sustancias nutritivas, ayuda a crecer, a salir de la oscuridad y dirigirse hacia arriba, hacia la luz. Cuando la planta ya ha conseguido todo eso, el agua suave sigue dejando su huella líquida y la planta puede seguir creciendo.
Ya sabemos que cuando asumo el rol de responsable de equipo dejo huella en las personas de dicho equipo, haga lo que haga (incluso lo que no haga).
Hablemos, pues, de un tipo de huella que no precisa rectificación por mi parte: la huella líquida.
Cuando digo huella líquida me refiero al agua que puedo dejar cuando tengo el pie mojado y piso sobre tierra blanda: las gotas toman la forma del pie (permiten que se reconozca la autoría de la pisada), pero rápidamente son absorbidas por la tierra. No vemos exactamente qué hace el agua en su interior, pero sí vemos los resultados.
Lo primero que necesito es mojarme el pie: decidir cuánta agua y de qué tipo es necesaria para dejar la huella líquida. Puedo necesitar más o menos agua en función del grado de crecimiento del equipo, de la dificultad del proyecto, del momento vital de las personas del equipo... (completa los puntos suspensivos con tus propias experiencias).
También necesito analizar previamente qué elementos debe llevar incorporada el agua: puede ser más o menos dura, más o menos alcalina, más o menos oxigenada, más o menos sulfurosa... son variables que valoro en función de los requisitos comentados anteriormente.
Y por último, hago un ejercicio de reflexión para asumir alegremente que mi huella líquida será reconocida durante unos momentos y pasará enseguida a formar parte del entorno, difuminándose mi autoría... por ahora.
Cuando yo dejo una huella líquida en las personas del equipo, esa huella es rápidamente reconocida por ellas: saben cuál es su procedencia y cómo la pueden utilizar para ir creciendo.
A medida que se van desarrollando, necesitan que la huella líquida sea más y más espaciada, para tener ocasión de buscar por sí mismas el agua y los nutrientes que necesitan. Hasta que llega un momento en que estas personas / este equipo tienen capacidad y motivación suficientes como para buscar por sí mismas todo lo necesario. Y no sólo en las inmediaciones conocidas, sino también en nuevos entornos: alargan las raíces y las ramas cuanto sea preciso para asegurarse la supervivencia y el crecimiento tomando otros lugares hasta ahora desconocidos.
Cuando hayan llegado al grado de madurez deseable recordarán aquella entrañable huella líquida que les permitió los primeros pasos (lo cual es muy gratificante para mí) e incorporarán en su modus operandi la aplicación de huellas líquidas a sus propios equipos (lo que es gratificante para ellas, para los futuros equipos y para la organización en su conjunto).