He leído recientemente que ahora se cumplen 50 años de la publicación de la encíclica Pacem in Terris, de Juan XXIII, un canto a los derechos de las personas. Pienso que cualquier punto de vista es respetable sobre todo si puede aportar algo para una mejor convivencia, así que he echado un vistazo.
El enlace te llevará a un interesante resumen que hace La Vanguardia, comparando los planteamientos del Papa con los de King.
Confieso que he leído la encíclica "en diagonal", pero aún así he podido detectar que todo su planteamiento enraiza en la ética cristiana que, por otro lado, no deja de ser la "ética de siempre": respeto a sí mismo, a las demás personas, a los demás seres vivos... respeto. No puedo estar más de acuerdo.
Y durante esta lectura apresurada he ido haciendo asociaciones con los planteamientos sociales que nos hacemos actualmente: las organizaciones, cada vez más, implantan códigos de buen gobierno, buenas prácticas, códigos éticos... Las religiones, cada una a su manera, plantean principios basados en la ética... Las corrientes políticas, cada una desde su enfoque, intentan aportar soluciones aceptables para todos... Las personas, cada una a nuestro estilo, clamamos por mayores dosis de ética en nuestra sociedad... Todos los enfoques son mejorables pero todos tienen un mínimo que, de ser respetado, ayudaría en mucho a mejorar la situación actual.
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Parece bastante claro que, en líneas generales, todas las personas tenemos a nuestro alcance uno u otro código ético que nos puede ayudar a desenvolvernos mejor en nuestro entorno y que puede cubrir nuestras necesidades de ser "buenas personas".
Y ésta es la pregunta del millón de euros: ¿Por qué entonces tenemos tantos problemas sociales? Guerras, hambrunas, latrocinios, abusos diversos, toda clase de atropellos que tú conoces tan bien como yo. Y las empresas, como parte de la sociedad, no se libran de estos problemas y del clima de incertidumbre general.
Tengo mi hipótesis: todas esas fuentes de conocimiento / modelos de gestión social que he mencionado tienen en el fondo buenos valores, dignos de atención y de implantación en nuestra sociedad. El problema se presenta cuando aparece un grupo de "talibanes" que hacen suya la propuesta y la constriñen / modifican / manipulan a su conveniencia hasta dejarla hecha una caricatura de la idea inicial. He visto este fenómeno en varias empresas y creo entender que en la sociedad ocurre algo parecido.
(Casualmente acabo de leer este twit de Claudio Naranjo: "El espanto de las burocracias es que comienzan teóricamente al servicio de algo, pero al final siempre terminan sirviéndose a sí mismas").
Y ha funcionado durante siglos. Afortunadamente, ahora en el siglo XXI tenemos a nuestro alcance, por lo general, muchos más medios para informarnos y formarnos, lo cual modifica sustancialmente el marco de las relaciones sociales.
Estoy, como tú, un tanto inquieta por todos los interrogantes que nos plantea la nueva sociedad que se vislumbra. Y estoy, como tú, contenta de ser partícipe de la construcción de esta nueva sociedad del siglo XXI, que, como cada vez que hemos cambiado de milenio, se presenta totalmente diferente de lo conocido hasta ese momento.
Agradezco mucho sus contribuciones a Juan XXIII, a Luther King y otras muchas personas tan o más importantes no mencionadas en el artículo de La Vanguardia, que pusieron las bases para la nueva sociedad ética que estamos empezando a armar entre todos.