22 de enero de 2013

Comunicaciones embalsadas

Muchas veces, incluso de forma inadvertida, utilizamos comunicaciones embalsadas que son producto de un complejo diálogo interno y que surgen al exterior de forma tan natural que si no estamos atentos pueden conducirnos a interpretaciones erróneas.


Por razones culturales o sociales, por inercia, por temor al qué dirán..., muchas veces me abstengo de decir algo que bulle en mi interior, y lo sustituyo por unas cuantas frases  / ideas socialmente aceptadas. 

Pero.... algo que bulle dentro pugna por salir, como el agua que intentamos contener en una presa:  en un momento determinado rebasa los bordes y sale, independientemente del cuidado que hayamos puesto en fabricar los muros.

Y la imagen que estamos mostrando a nuestro interlocutor en ese momento es como la presa que está a punto de romperse:  se ve perfectamente el muro, y también se ven los hilillos de agua que comienzan a asomar.  Ver el agua depende en parte de la cantidad que fluya y en parte de la sensibilidad ante "el agua". Alguien con cierto entrenamiento puede ver ambas cosas simultáneamente.  Mira un ejemplo (que no es acuático pero me encanta):



Mi amigo Iñaki Gómez me envió hace algún tiempo este ¿dibujo? que no pude por menos de guardar:

Seguro que hay personas que primero ven "el muro", personas que primero ven "el agua" y personas que ven ambas cosas a la vez. ¿Qué has leído en primer lugar, la palabra "bien", las palabras que componen esa palabra o las dos cosas simultáneamente?

Me gusta mucho este ejemplo porque entiendo que ha debido de llevar su tiempo componer la palabra "bien" con tantas palabras:  es un muro muy bien construído, que lanza un mensaje positivo:  "bien".  Muy adecuado para utilizarlo socialmente.

Cómo y con qué se ha construído es otro asunto:  aquí aparecen un montón de conceptos directamente relacionados con "no bien":  cada uno de nosotros podemos poner los conceptos que queramos, que en esencia corresponden a cómo nos sentimos.  Los construímos cuidadosamente para que tengan una envoltura aceptable... y ahí quedan, pugnando por salir y nosotros controlando la parte evidente de la comunicación.

En un entorno de obligada convivencia, en el laboral por ejemplo, esta situación es lamentable porque estas dos personas están más atentas a gestionar sus respectivos "muros" que a descubrir los puntos fuertes de cada una de ellas y, mejor aún, cómo combinarlos para apoyarse mutuamente en busca de logros. 

Esta postura de apoyo mutuo tiene además una virtud añadida, puesto que a la vez que va tendiendo puentes de entendimiento va favoreciendo sentimientos positivos como la autoestima, la alegría de ayudar, la satisfacción de hacer bien las cosas y conseguir avances, etc.

Así pues, parece adecuado permitir que "el agua" fluya para que el interlocutor pueda entender mejor la situación.  Sólo hay un truco:  no puede fluir en cualquier momento, ni con cualquier intensidad:  como en una presa,  un torrente incontrolado puede suponer enormes perjucios. Pero disponemos de aliviaderos que controlan cuándo y cuánta agua  ha de salir de la presa.  El agua bien canalizada abona la tierra y favorece la aparición de buenos frutos;  el contenido de la comunicación, bien gestionada, abona y favorece la aparición de buenas relaciones personales y profesionales.


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