Hay buenas prácticas en el ámbito familiar que son
perfectamente exportables a las organizaciones:
en ambos casos estamos hablando de convivencia entre personas con
distintos perfiles y distintos objetivos, pero con metas comunes: supervivencia, felicidad, trascendencia, beneficios, calidad de vida…
Una buena amiga está exultante porque acaban de decirle que
se han cumplido sus sueños: próximamente
irá a recoger a su nueva hija al país de origen.
Además de alegrarme con ella, he estado pensando que está
viviendo un proceso similar al que viven muchas personas cuando se integran en
una organización: pasan por un proceso
de selección que puede estar diseñado para favorecer sólo los intereses de la
empresa o para encontrar un justo equilibrio entre los intereses corporativos y
los de la persona.
Mi amiga ha tenido que pasar por múltiples, laboriosas y complejas
pruebas antes de conseguir su gran ilusión.
A cambio, ella apenas ha recibido una fotografía de la niña y un párrafo
explicativo sobre su personalidad.
Alguien ha creído que esa mujer y esa niña podrían "encajar" y
ha decidido por ellas. Ahora se abre
otra fase del proceso, consistente en un período de dos meses de convivencia en
el país de origen de la niña.
En el ámbito de la empresa, este enfoque también podría
contemplarse como una buena práctica, en este caso de integración: si
después de un buen proceso de reclutamiento encontramos la persona
adecuada para esta empresa no basta con decidir su incorporación. Antes bien, lo importante es lo que ocurra
inmediatamente después: tanto la persona como el equipo al que vaya a
integrarse necesitan un período de
conocimiento mutuo y de adaptación, en el que predomine la generosidad, el
interés mutuo, la predisposición a compartir, la adaptación mutua, la elaboración y / o aceptación de pautas de
comportamiento, etc., etc., y todo ello en un marco consensuado de objetivos
compartidos y compromiso mutuo. (Puedes ver Compromiso
= 3R)
Todo este proceso tiene una vertiente técnica - de
aplicación de los procedimientos, incorporación de know how, etc. - pero, sobre
todo, de atención personalizada.
Mujer y niño bailando. J. Bernard |
Atención personalizada no es un frase hecha que se aplica a
la gestión de clientes: es atender a la persona de verdad, en tanto que persona; con sus ilusiones, sus
expectativas, sus temores, sus curiosidades y
todas las facetas de su personalidad que vayan apareciendo a lo largo de
este proceso. Y otro tanto ocurre,
obviamente, con la persona que desempeña el rol de jefe y con las demás
personas del equipo al que se integra la persona recientemente contratada.
Gestionar adecuadamente los espacios emocionales que se
generan en esta nueva realidad es una prioridad en las organizaciones con
valores. Las organizaciones que
gestionan adecuadamente el Talento diseñan con mimo el proceso de integración. (Puedes ver Integración
responsable: aprendiendo de Atapuerca)
¿Quieres compartir un proceso de integración diseñado en
base a valores que hayas conocido?