10 de junio de 2014

Liderazgo: los archivos del cerebro

¿Qué pasaría si se excavara en el cerebro, como arqueólogos, y se pudiera descubrir la historia de las experiencias pasadas?

Con esta atractiva frase comienza el artículo de latamIsrael publicado el 11.03.2014, en el que se resumen los hallazgos del profesor Rafi Malach y su equipo en el departamento de Neurobiología del Instituo Weizmann.  En esencia, descubrieron que las ondas cerebrales de reposo podrían constituir "archivos" de experiencias previas y que estas experiencias activan las redes cerebrales, lo que supone a largo plazo cambios en la relación entre las células del cerebro (plasticidad).

Dicho de otra forma, las ondas espontáneas de actividad cerebral contienen huellas de eventos pasados.

Me ha gustado especialmente la noticia porque los neurobiólogos se están acercando de forma científica a algo que en el mundo de la gestión de los comportamientos se aplica desde hace algún tiempo, comenzando por las teorías freudianas y siguiendo por las diferentes aportaciones que han hecho diversos autores a la llamada ciencia del management.

En este contexto rico y variopinto me inspiré en su día al hablar de huella pétrea, post de abril 2012 que ahora traigo aquí para buscar paralelismos:

Equipos: Huella líquida (I)

Gestión de equipos mirando también al colaborador


Habíamos dicho que en función de la posición que adopte la persona responsable del equipo, el colaborador podía responder de una u otra forma:


Todo lo que el responsable hace, o no hace, o hace fuera de lugar o de tiempo, deja una impronta en el colaborador.  Ser consciente de ello ayuda a reconducir situaciones y a enfocar al equipo hacia la consecución de los objetivos corporativos con el beneplácito de las personas integrantes del equipo.

Empujar  huella pétrea

                       

Cuando el responsable del equipo adopta la posición "Empujar", existen muchas posibilidades de que la persona que recibe este input reaccione guardando en lo más recóndito  de su ser una impresión indeleble. (Indeleble no siempre significa "negativa", aunque es frecuente).   Capas y capas de tierra la han sepultado hasta hacerla invisible e inaccesible, a salvo de huracanes y terremotos.  Está ahí, incólume.

Si hablamos con los arqueólogos de Atapuerca, por ejemplo, nos explican entusiasmados que han encontrado tal o cual huella de 800.000 años de antigüedadOtra cosa curiosa es que estos profesionales no tienen ningún inconveniente en excavar hasta 50 metros de profundidad para encontrar algo mínimamente relevante.
(Por si tienes ganas de curiosear un poquito sobre nuestros ancestros, te dejo aquí un video sobre Atapuerca:  http://youtu.be/ism-ZIAK0v0 )

Antigüedad y profundidad son dos características de una huella pétrea.
Cuando la huella pétrea está ahí, es posible que el comportamiento de la persona ante una situación concreta resulte imprevisible, desconcertante, difícilmente gestionable, inoportuno... (pon todos los calificativos que se te ocurran):  esta persona reacciona de una forma "semiautomática", sin ser plenamente consciente de su reacción, y deja al responsable descolocado o momentáneamente inerme para reconducir la situación.
Este tipo de reacción "semiautomática" tampoco resulta gratificante para la propia persona que la sufre, puesto que tiene la impresión de que no ha conseguido posicionarse adecuadamente, reaccionar más de acuerdo con sus intereses, velar mejor por su propia imagen...  es una situación generalmente desagradable y que se evita siempre que es posible.

Y además repercute en el comportamiento del equipo como tal:  todos hemos visto cómo una sola persona puede cambiar (a mejor o a peor) el comportamiento de las demás personas y, consecuentemente, los resultados del equipo.
¿Qué hacen los arqueólogos para poder acceder a la huella pétrea? Cavar sin desmayo pero con finura y delicadeza.  Cavan todos los metros que haga falta, con todas las herramientas que hagan falta, con todo el tiempo que haga falta, con todo el cuidado que haga falta.
Y finalmente logran su propósito:  exponer la huella pétrea y darle el tratamiento más adecuado para que sea útil a todos:  desde recogerla con cuidado hasta hacerla un bien útil para la humanidad en forma de instrumento educativo.
Para contrarrestar mi anterior posición "empujar",  en ciertas situaciones puedo  escoger ponerme en la posición "arqueólogo".




4 comentarios:

  1. Anónimo10/6/14

    Edita, ¿éstas huellas pétreas no condicionan al resto de nuestras huellas y de por vida?
    Un abrazo, gran artículo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Alicia.
      Las huellas pétreas condicionan nuestro cerebro y nuestro corazón, pero no necesariamente de forma negativa, depende de cómo las gestionemos; y no creo que condicionen al resto de nuestras huellas, aunque no acabo de comprender exactamente la pregunta, lo siento

      Eliminar
  2. Anónimo10/6/14

    Edita una duda, ¿crees que del análisis de la huella pétrea podríamos llegar a tener una huella líquida?. ¿Es esto de lo que se trataría?
    Gracias por el artículo, por cierto.
    Alicia Rodríguez Ruiz

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias de nuevo, Alicia.
      Es posible, si estamos dejando una huella pétrea y somos capaces de analizarlo, es posible que vayamos transitando hacia otro tipo de huellas no tan lesivas para el interlocutor :-)

      Eliminar