En esta época en que ha comenzado a realizarse el control horario en las empresas, las dudas que se están planteando podrían enlazarse con las que provienen del manejo de los datos particulares de los empleados.
The Economist explica en un artículo que Deloitte realizó un estudio a partir de los datos ofrecidos por un grupo de empleados voluntarios, gracias a los cuales pudo concluir que los equipos interdisciplinares obtienen mejores resultados que los tradicionales, que las personas están más cómodas en estancias con ventanas y luz natural, que las reuniones funcionan mejor en salas grandes que en pequeñas y que el bienestar de los empleados y la productividad se consiguen más fácilmente en equipos de trabajo pequeños que en grandes.
(A veces las grandes firmas realizan sesudos estudios para descubrir la rueda, parece ser que no cuentan con especialistas en gestión del talento, desarrollo organizacional, etc. 😉. (Puedes leer Google y el equipo de trabajo perfecto, muy en esta línea).
Dígase en descargo de Deloitte que este estudio tenía la característica de recoger los datos mediante tecnología digital, es posible que se tratara de familiarizarse con su manejo y no de obtener datos archiconocidos.
La noticia es muy oportuna porque habla de datos personales de los empleados que están al alcance de la empresa y a su servicio; por ejemplo, los datos obtenidos sobre el estado físico y la salud de los empleados pueden ayudar a mejorar la ergonomía, las prestaciones del servicio médico de la empresa para los trabajadores, etc.
En principio, todos esos fines son muy loables, puesto que subyace un planteamiento de beneficio mutuo: empleados cómodos y bien atendidos, empresa que consigue mejores resultados.
Lo que ocurre es que la tecnología va más deprisa que la ética, lo que puede provocar usos perversos y - como mínimo - recelo por parte de los empleados, puesto que desconocen cuándo, cómo y para qué se utilizarán datos de su propiedad.
De hecho, ya en 2017 la UNI Global Union hablaba de la protección de datos de los trabajadores, mencionando su derecho a acceder a los datos recopilados sobre ellos en el puesto de trabajo, a llevárselos consigo si cambian de empresa y a corregirlos, bloquearlos o eliminarlos, pero todavía no contamos con legislación concreta al respecto.
Mientras tanto, los ciudadanos haremos bien en solicitar a las empresas en particular y las organizaciones en general que muestren el mayor nivel posible de compromiso y transparencia respecto a los objetivos, la utilización y los beneficios esperados de la recogida de datos personales correspondientes a los empleados. No vaya a ser que, como en China, la combinación de vigilancia, big data y aprendizaje automático logren un cóctel perfecto tipo Gran Hermano para la vigilancia total.
Porque la tecnología puede ser un magnífico aliado, siempre que no olvidemos realzar todo aquello que nos hace realmente humanos: por ejemplo, la ética. ( En esta línea, puedes leer Ética para robots).
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