4 de junio de 2018

Corrigiendo exámenes

Ha caído en mis manos un pequeño "caso de éxito" publicado en Retina que dice así:
El profesor y psicólogo Daniel Kahneman  diseñó una estrategia para intentar evitar que el efecto halo influyera en las evaluaciones a sus alumnos. En lugar de corregir un examen del tirón, puntuaba primero las respuestas de todos los estudiantes a la primera pregunta para luego pasar a la siguiente. Así evitaba que el efecto halo  le hiciera pensar que había más posibilidades de que el resto del examen también estuviera mal si un alumno se equivocaba al contestar la primera pregunta.  Se trata de una forma inteligente y sencilla de combatir este sesgo.
 ¡Caramba! ¡Pienso como un premio Nobel de Economía! :-) Me ha encantado la noticia, porque hace mucho tiempo que yo uso ese mismo sistema, aunque con una ligera modificación (no sé si el suelto nos explica el procedimiento completo que utilizaba el profesor). En mi caso es el siguiente:

  1. Redacto el examen.
  2. Redacto las respuestas asegurándome de que quede claro cuántos conceptos tiene que abordar cada una de  ellas.  Eso significa que tengo en mi poder el "examen 10" :-)
  3. El día del examen voy al aula con "el examen 10" y permito que los estudiantes lo consulten de uno en uno, una vez me hayan entregado el suyo cumplimentado.
  4. Explico a los estudiantes que corregiré sus exámenes cotejándolos con el "examen 10"
  5. Utilizo el "examen 10" para corregir aplicando exactamente el método del profesor:  la secuencia es todas las preguntas número 1, todas las preguntas número 2...
Este procedimiento me ha brindado muchas  ventajas, tanto para los estudiantes como para mí:

  •  Los estudiantes saben enseguida si sus respuestas eran las esperadas, incluso pueden hacerse una idea de su grado de aproximación a la respuesta excelente; eso les permite repasar lo que ya saben que tienen que trabajar más, y no han de perder el tiempo en elucubraciones;

  • El tiempo dedicado posteriormente a revisión de exámenes se reduce espectacularmente:  ya no acuden a revisión "a ver qué pasa" puesto que saben cuáles eran las respuestas correctas, y de hecho lo normal es que acudan solo los estudiantes que desean profundizar un poco más en el enfoque, pedir más información o bibliografía, etc.

  • Los estudiantes saben con qué criterios se corregirá su examen, lo que evita malos entendidos, interpretaciones erróneas, etc., además de brindarles un mensaje implícito importante:  si las cosas se hacen bien desde el principio, se pueden tener comportamientos transparentes.

  • Y, además, me ahorro mucho tiempo pensando, calibrando y matizando cada una de las respuestas que los estudiantes han redactado: el proceso es mucho más rápido, puesto que las analizo a modo de cuestionario de auditoría: cuántos de los conceptos esperables aparecen en cada respuesta (1 es insuficiente, 2 es aceptable con matices, 3 es aceptable, etc.) y su grado de elaboración (para subir un poco la nota).
Seguro que hay muchas formas eficientes de corregir exámenes, ¿cuál es la tuya? Mientras lo piensas, puedes divertirte unos minutos mirando un "examen" de español para extranjeros:

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