28 de abril de 2015

Empresas de esclavos: ¡barato, barato!

https://youtu.be/NS0mp76Nn7g
"Que ningún ciudadano sea tan opulento como para poder comprar a otro, ni ninguno tan pobre como para verse forzado a venderse". J.J. Rosseau, s. XVIII.

¿Puedes dedicar 2'24'' a este vídeo? Forma parte de un informativo de La 2 TVE y hace referencia a una larga investigación realizada por Associated Press.

En Tailandia e Indonesia hay unos 200.000 hombres  esclavos en los barcos de pesca. Se compran por 300 euros para que trabajen 20 horas al día a cambio de un cuenco de arroz. Las palizas y otros castigos están a la orden del día, y cuando alguno muere sencillamente se le arroja al mar.

El pescado que consiguen estos hombres va a parar a grandes empresas de distribución, quienes lo venden a los consumidores en forma de sushi, comida para gatos o pesado congelado.  BARATO.

Así que para algunos armadores asiáticos el negocio es redondo:  mano de obra prácticamente gratuita y clientes seguros para las capturas que se consigan.BARATO.

También es un gran negocio para las multinacionales europeas y estadounidenses  que compran el pescado, obviamente.  Pueden vender productos baratos y además conseguir un amplio beneficio. BARATO.

Finalmente, los consumidores que compran estos productos a las multinacionales también están contentos:  fáciles de conseguir y a muy buen precio.BARATO.

Esta cadena del horror está mantenida por miles y miles de personas como tú y yo, personas que en otras facetas de la vida podemos mostrarnos generosas, colaboradoras y hasta altruistas.

¿Dónde está el origen de monstruosidades como ésta?  Posiblemente no haya uno solo, pero desde mi punto de vista una parte muy importante reside en que los ciudadanos del primer mundo encontramos normal vivir muy cómodamente al menor precio posible.  Sencillamente, la sociedad nos ha enseñado a comportarnos frívolamente y no pensar demasiado.  La cultura en la que nos educamos pesa mucho.

Darwin se extrañó de que los indígenas de la Patagonia fueran amorosos con los suyos y sin embargo regalaran a sus hijos los prisioneros de otras tribus para que aprendieran a torturarlos;  los niños sacaban los ojos y las tripas a los prisioneros durante días, ante la complaciente mirada de sus progenitores.  Era lo que marcaba la cultura imperante, y por lo tanto estaba bien visto.

Cuando nos percatamos de que nuestro modelo de vida supone el abuso y la tortura a personas y animales indefensos,  además de la degradación y muerte de la naturaleza,  empezamos a tomar conciencia de otra realidad.

Despertar las conciencias es un proceso lento pero imparable.  Las personas, los medios de comunicación como la televisión que difundió esta noticia, los gobiernos, etc., pueden hacer mucho en este sentido:  Como nos recuerda Jesús Mosterín,  la cultura abarca todas las actividades, procedimientos, valores e ideas transmitidas por aprendizaje social y no por herencia genética.

Y, como parte activa de la sociedad, la empresa también puede despertar una nueva conciencia en los ciudadanos.

Una buena forma de plantearse desde la empresa cómo afrontar esta responsabilidad es diseñar modelos de gestión basados en valores:  si la empresa actúa con todos sus partícipes de forma responsable, basándose en principios éticos, las personas que trabajen para esa empresa (o tengan alguna relación con ella) irán interiorizando paulatinamente los qué y cómo han de hacerse las cosas. 

Estos principios aplicados y vividos en el día a día dentro del ámbito laboral van rediseñando los valores éticos que, obviamente, se aplican en los demás roles que cualquier persona desempeña a lo largo del día:  consumidora, responsable de la educación infantil, ciudadana que vota....  y por capilaridad  la sociedad se va impregnando - y recuperando - los grandes valores que siempre han sostenido a los grupos humanos capaces de vivir en paz consigo y con la naturaleza.

De modo que la empresa, cuando aplica principios de gestión basados en la Responsabilidad Social y la Ética, no solo está asegurando su porvenir y mejorando su propio entorno cercano, sino ejerciendo de polinizadora para lograr una nueva sociedad.

Y ¿quién no querría trabajar en una empresa así?.

(Artículos relacionados: Liderazgo, valores y éxito  

18 de abril de 2015

Al alimón: Mujeres con los dedos verdes



Post escrito por y entre Edita Olaizola y Laura Rosillo 


Imagen:  Lucía Meler

Soy mujer

Me di cuenta bastante pronto,  con la primera exigencia y la primera prohibición … ¿Por qué yo tenía que hacerme la cama y ayudar a recoger la mesa y mis hermanos no? Son muy pequeños, decía mamá… y siempre fueron más pequeños que yo.

Tampoco me dejaron hacer de monaguillo, con lo que mí me gustaban los encajes y el incienso. Era cosa de niños, las niñas llevábamos velos blancos y misales de nácar;  y teníamos que mostrar recogimiento y devoción, ¡nada de agitar campanillas!

Pero al margen de lo doméstico y el boato religioso, yo noté una diferencia sutil desde que tengo memoria: una tenue hermandad que transita desde abuelas a nietas, a través de canciones, juegos, refranes …, sólo para niñas, que crean los cimientos de nuestra común cultura popular.

Y si Mambrú se fue a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena …; yo soy la viudita del conde Laurel que quiero casarme y no encuentro con quién … Las canciones de corro sellaron para siempre una hermandad que llega hasta hoy que  - con sorprendente facilidad -  comparto opinión y sentimientos con mujeres conocidas, pero también desconocidas, de todas las edades con las que siento una corriente de complicidad natural.


Me gusta ser mujer

Conozco hombres magníficos y mujeres impresentables. No he hecho nunca un estudio, ni profundo ni somero, sobre el porcentaje de unos y otras sobre la población en general. He leído de todo sobre hombres y de todo sobre mujeres. Muchísimas personas viven directa o indirectamente de defender o denostar los derechos de las mujeres …

En suma, no tengo datos científicos y contrastados para decir lo que digo: me gusta ser mujer. Y lo digo tranquila y convencida, sin datos pero con el convencimiento de que los datos no son todo en la vida (supongo también que habrá más mujeres que hombres quienes estarán de acuerdo con mi última aseveración).

Aunque me encanta la tesis de Pablo Herreros Ubalde en su blog: Somos Primates sobre las “ Armas de Mujer .


Creo firmemente que las mujeres, en general, no estamos tan supeditadas a los datos para albergar una convicción de este tipo, porque hablamos de algo tan profundo e intangible como nuestra propia idiosincrasia. En el fondo de nuestro ser no necesitamos ninguna argumentación externa para creer lo que creemos: es bueno ser mujer.

Y me cuesta muy poco “ meterme en harina” en un proyecto profesional grupal si somos mujeres, del mismo modo que, de forma natural, nos repartimos las tareas de intendencia en una fiesta, en una reunión , en la familia, mientras los hombres hablan de sus cosas y nos observan deambular poniendo orden, distribuyendo la comida, arreglando desperfectos … intentando que la velada sea más agradable.

 Nunca sentí ninguna diferencia respecto a los hombres a no ser esa hermandad femenina que además he sentido no sólo en mi ciudad y mi país , sino en todos los lugares en los que he estado con poquísimas excepciones que tienen que ver con usos y costumbres demasiado diferentes a los míos.

Nunca tuve problemas (ni para liderar un proyecto, ni para conducir un equipo) por ser mujer que no fueran un salario menor que un hombre en mi mismo puesto.  Pero el dinero nunca fue para mí el principal motivo para aceptar un nuevo reto, un nuevo encargo. A lo largo de mi vida laboral he tenido más jefes que jefas, pero no he notado diferencias sustanciales en su estilo de liderazgo, y así he tenido jefes detallistas  y centrados en las personas - que son cualidades que suelen atribuirse a mujeres -  y jefas autoritarias muy centradas en el poder, que son cualidades que suelen calificarse de masculinas.

 En general, las mujeres
  • somos el pilar de la sociedad en muchas circunstancias, desde una remota aldea africana hasta la abuela que cuida del nieto y además coopera a la economía familiar con su exigua pensión;
  • somos el paño de lágrimas de los miembros de la familia, las amistades, colegas del trabajo y otras personas de nuestros círculos habituales;
  • somos trabajadoras hasta el punto de asumir responsabilidades laborales, familiares y sociales simultáneamente;
  • somos quienes llevamos la peor parte en el reparto de bienes, no sólo económicos.

Me he limitado a resaltar cuatro de las muchas características que nos definen, y he escogido éstas porque tienen algo en común: la capacidad de cargar con responsabilidades propias y ajenas. Conozco pocos hombres y muchas, muchísimas mujeres que lo hacen cada día como algo natural.

Y a pesar de esta carga injusta y ancestral, somos capaces de reír, buscar el lado bueno de las cosas, disfrutar de los pequeños regalos que trae cada día, alegrarnos y alegrar la vida a muchas personas de nuestra área de influencia.
 
La madurez me ha traído algunos nuevos pequeños matices diferenciadores: Mi universo femenino, las mujeres que me han acompañado a lo largo de mi vida hasta ahora, se ha mantenido y se han reforzado los lazos en muchas ocasiones, y se ha ampliado, y cada mujer que llega a mi vida para compartir un proyecto, un aprendizaje, una reivindicación … llega para quedarse, sella el pacto secreto de apoyo mutuo que tenemos las mujeres y que se vuelve imprescindible en la madurez.

La madurez nos vuelve a las mujeres solidarias y nos empuja a cuidar de otros, a guiar a otros, a enseñar a otros …, como si nuestra vida hasta aquí hubiese sido un ensayo general para llegar a este momento en que volvemos a la tribu como brujas buenas, como  hadas madrina, mujeres con los dedos verdes que todo lo que plantan, enraíza … y florece.

http://bit.ly/1aFPuae


 Me gusta ser mujer

Mira tres ejemplos:

1. En un contexto social: en el Hagadá Kaufmann (siglo XIV), una ilustración de una orquesta femenina. Es fácil imaginar que en una sociedad judía medieval la vida no debía resultar fácil para las mujeres, pero ahí están, deleitándose y deleitando con la música.






2. En un contexto urbano: fachada en la calle Libertad, obra de las Ganchilleras de Zaragoza, cuyo lema es 'conseguir provocar una sonrisa a través de nuestras acciones y poner color en nuestras calles' (además de integrar socialmente a mujeres extranjeras).




3. En un contexto profesional: En el Garden La Noguera (@gardenlanoguera), las empleadas han realizado este precioso trabajo por propia iniciativa, para decorar el establecimiento y alegrar a los clientes que se acercan a la puerta.



Tres contextos diferentes con algo en común: la capacidad femenina de hacer el trabajo, hacerlo bien, hacerlo por encima de lo exigible y hacerlo aportando además pequeños rayos de alegría, ilusión, estética y ética a la sociedad.

Lo dicho: me gusta ser mujer,  y como dice Javier Marías (@jmariasblog) en El País, las mujeres son más jóvenes, , celebrar la alegría de estar juntas.

Me gusta ser mujer.