Una reflexión sobre la intrepidez, la confianza y la felicidad.
El otro día tuve la fortuna de compartir espacio y reflexiones con Joan Antoni Melé, entrevistado por José Luis Montes en el incomparable marco de Values & Wine.
Joan Melé, con su generosidad habitual, no tuvo inconveniente en mostrarse próximo y cálido y explicarnos cómo y por qué ha llegado a hacerse los planteamientos éticos que ahora rigen su existencia. Os dejo aquí el enlace a la entrevista, que recomiendo visionar en su totalidad.
Podríamos comentar muchos de los conceptos que expuso, pero yo me quedo hoy con la frase "sé intrépido" que una persona importante para él grabó en su mente durante su infancia y aún hoy la recuerda y practica.
La RAE define intrepidez, en su primera acepción, como arrojo, valor en los peligros . Es decir, hace referencia a tener coraje. (No a ser temerario). Es un rasgo fundamental que ayuda en momentos importantes de la vida, como bien lo ilustra Melé y sabemos muchos de nosotros por propia experiencia.
Casualmente, la ya mencionada RAE define confianza como seguridad que alguien tiene en sí mismo y también como ánimo, aliento, vigor para obrar.
En una entrada anterior, que titulé Confianza consciente, abordaba este tema tan íntimamente relacionado con la intrepidez: es imposible ser intrépido sin tener confianza en sí. Y una buena forma de llegar a confiar en sí es comenzando a confiar en los demás. ¿Qué otros caminos puede tener un niño pequeño para llegar a confiar en sí, si no es confiando primero en sus padres? Existen otras formas de desarrollar la autoconfianza, sí, pero son caminos mucho más largos y tortuosos.
Se puede, sí (mensaje para quienes lo duden). Es más fácil si los adultos ayudan a los cachorritos (mensaje para padres) :-)
Se puede, sí (mensaje para quienes lo duden). Es más fácil si los adultos ayudan a los cachorritos (mensaje para padres) :-)
Una persona que confía en sí tiene relativamente fácil llegar a ser intrépida. Se sabe lo suficientemente capaz de llegar a realizar algo que a priori es difícil y ansiógeno.
Y una persona intrépida tiene muchas más posibilidades de ser feliz y de hacer felices a los demás, porque está en condiciones de ser autosuficiente -en primer lugar - y de compartir con otras personas su visión positiva de la vida. Comienza así la tan ansiada espiral virtuosa...
¿Te has descubierto alguna vez actuando como una persona intrépida? ¿Cuán importante era para tí esa situación? ¿Qué lograste? ¿Cómo te sentiste después?
Mira qué ejemplo tan tierno de intrepidez: