26 de abril de 2017

La empresa como tribu

Existen muchas correlaciones entre una tribu, una nueva organización de convivencia y una empresa.

Ya comenté anteriormente, en una analogía sobre Atapuerca, que tenemos mucha experiencia acumulada como especie y que haríamos bien en aplicarla.  Estaba pensando en nosotros como animales sociales, habituados a vivir en tribus. 

Asociaba la tribu con la empresa, como organizaciones con características comunes.


Según Wikipedia, el término tribu aparece en la antiugua Roma, cuando se agremian varias bandas, o clanes, o conjunto de personas emparentadas diferentes entre sí, pero que tienen la necesidad de formar una comunidad y crear instituciones para que sea posible la convivencia entre las gentes que han decidido vivir juntas y unidas, conociendo las diferencias entre ellas y entre las tribus.

Es una buena definición, que se puede aplicar tanto a un pueblo "primitivo" como a una banda urbana.  Y, por supuesto, a una empresa.

La definición alude a conceptos importantes que hay que gestionar para conseguir el éxito:
Formar una comunidad conlleva toda una serie de planteamientos sobre quiénes, cuántos, cómo y cuándo se han de incorporar a la tribu, lo que supone que primero hay un "núcleo duro" que define estos  y otros conceptos y explicita las condiciones; También supone que dicho "núcleo duro" ha establecido  previamente cuáles son los objetivos de la futura tribu:  no es lo mismo formar una tribu para cazar leones que para recolectar frutos silvestres, convivir como vecino en una finca urbana que practicar cohousing, comercializar un producto multiusos que un postre local;

Ha elaborado un plan de convivencia que tod@s l@s nuev@s integrantes
han de conocer y respetar: la tribu se resiente si alguien olvida afilar las lanzas de caza o adiestrar a las criaturas para trepar a los árboles, pagar las cuotas de la comunidad o mantener aseados los espacios comunes, explicar bien las utilidades del producto o utilizar ingredientes de calidad. Desde una orden monástica hasta una pandilla de ñetas tienen sus códigos de comportamiento escrupulosamente diseñados, implementados y respetados por todos los miembros de la tribu.

Ha definido un sistema de "castigos" para garantizar la observación de los mínimos pactados: cuándo se quedará sin su porción de carne o fruta, tendrá una sanción económica, será relegada a una posición menos relevante, e incluso cuándo puede ser expulsada.

También se han definido los "premios" para quienes observen las reglas: desde una porción extra de comida hasta un mejor lugar en la cueva, desde un incentivo económico hasta un reconocimiento público.

Se especifica también cómo gestionar comportamientos o personas diferentes del grueso de la tribu, o hasta qué punto se pueden admitir visiones / aportaciones diferentes. 


Asimismo se ha definido qué hacer con las aportaciones de los nuevos miembros, estableciendo procedimientos  para incorporar las mejoras sugeridas: desde la modificación de un comportamiento determinado hasta la inclusión del nuevo miembro en los consejos de gobierno.




    Una vez más, diferentes parcelas del saber humano (antropología, psicología, paleontología, arquitectura, sociología, etc.) se entrocan y apoyan mutuamente para explicar este fenómeno que nos tiene subyugados desde siempre:  el ser humano y sus relaciones interpersonales.

    ¿Tienes 5 minutos más para leer algo relacionado? Pon un arqueólogo en tu empresa.

16 de abril de 2017

Confianza consciente

Mira lo que he encontrado en el desván: Espero que te guste :-)

Confía. No estoy hablando de "ir con el lirio en la mano", sino de confíar.  Si voy con el lirio en la mano estoy adoptando un comportamiento pasivo, iluso e inútil, incluso improcedente.  Fiarme de todo el mundo en todo lugar y en todo momento no parece muy inteligente, además de que quedo a merced de otras personas.

Estoy hablando de confiar como el gato de la fotografía:  tiene tanta confianza en su compañero perro que se permite dormir relajadamente sobre él.  

Si habéis tenido la suerte de contemplar alguna vez una escena así sabéis de qué estoy hablando:  el gato ha pasado horas y horas, días y días, estudiando todos los comportamientos del perro y después ha ido acercándose paulatinamente, milímetro a milímetro, hasta constatar que el perro no tenía ninguna intención de hacerle daño, antes al contrario.

Nosotros no somos gatos que tengamos que estudiar la situación con tanto detenimiento, pero sí "examinamos" a las personas que nos rodean con más o menos interés para llegar a nuestras conclusiones respecto a qué tipo de relación nos conviene establecer. La ventaja que tenemos respecto a los gatos es que nuestro cerebro más evolucionado (dicen) nos permite obtener mucha más información en menos tiempo y así no tardamos tanto en tomar una decisión.

Con más o menos tiempo, con más o menos precauciones, lo importante es que llega un momento en que conocemos al interlocutor lo suficiente como para arriesgarnos a situarnos ante él de forma inerme:  si quisiera, podría hacernos daño.  Ésta es la postura de confianza:  sé que podría dañarme, y sé que no lo hará. Cuando llego a esta conclusión me relajo, me muestro tal cual soy y estoy así en condiciones de establecer una relación cálida y próxima como los animales de la fotografía.

¿Y siempre tenemos que seguir este procedimiento ante una persona desconocida?  Afortunadamente no somos gatos:  no necesitamos comprobar el supuesto ante cada nuevo interlocutor.  Podemos hacer extrapolaciones e hipótesis, que luego comprobamos en la práctica.  Cuando tenemos éxito en un porcentaje elevado, la hipótesis pasa a creencia y nos dejamos llevar por ella.

Mis ensayos y errores me llevaron a una hipótesis ahora convertida en creencia:  las personas son "buena gente".  Siempre me puedo encontrar con una persona repleta de aviesas intenciones, como un gato puede encontrarse con un perro feroz;  pero el porcentaje de éxitos que me ha proporcionado esta postura me ha convencido de que merece la pena asumir ese pequeño riesgo:  lo que obtengo si acierto (casi seguro) es mucho más importante que lo que puedo perder si me equivoco.  Y muchísimos aciertos pesan infinitamente más que unos pocos errores.

Si el gato pudiera hacerse estas reflexiones seguro que acortaría el período de acercamiento:  estar calentito, cómodo, relajado y feliz merece la pena.

Exactamente igual que yo estoy con muchas de las personas de mi entorno.  Sé que podrían hacerme daño, y sé que no lo harán.  Confío.  Confía.

Obviamente, hay personas que lo dicen mejor que yo.  Por ejemplo, Rachel Botsman, coautora de "Lo que es mío es tuyo" y fundadora de Collaborative Consumption, conferenciante habitual de TED y distinguida por Time como autora de una de las 10 ideas que pueden cambiar el mundo, se centra en la confianza como nueva moneda de cuño y en la reputación como capital.

 Y de una forma más poética:   Mira qué video sobre Little, la Ardilla Despierta, colgado por Karen Álvarez:




Y finalmente una hipérbole para sonreir:


 

14 de abril de 2017

Leonardo da Vinci y los abreviadores

Leonardo,  precursor de la percepción cualitativa y holística que resulta esencial para comprender la complejidad y la belleza del mundo, consideraba que la complejidad de la naturaleza no podía reducirse a cifras y análisis mecánicos.

Reproduzco aquí un fragmento sobre Leonardo que publiqué en el artículo ¿Es así la empresa en la que trabajas? (y IV):

 En el siglo XV, Leonardo Da Vinci, el primer científico moderno, ya partía de una visión sistémica de la vida cuando decía que todo está interconectado y que lo importante no es la materia sino las relaciones. Y estaba tan convencido  que llamaba "abreviadores" a quienes dividen el mundo en partes o en bloques, a los reduccionistas de su tiempo.

Me gusta especialmente una reflexión suya en la que compara la Tierra con el cuerpo humano: el agua es la sangre, la carne es la tierra, los huesos son los estratos de las rocas, y hasta la subida y la bajada de las mareas se corresponde con el pulso del corazón.



En el siglo XXI, el enamorado de Da Vinci Fritjof Capra, - investigador y autor en el campo de la física de las partículas y la teoría sistémica -  dice de él que su auténtico valor está precisamente en apreciar el mundo como un ser vivo, y no como una máquina, y que la sabiduría está en la naturaleza.

Capra une sus propios y ricos conocimientos a los de Da Vinci y nos dice que hemos pasado de ver el mundo como una máquina a verlo como una compleja red;  no hay sustancia material ni bloques sólidos, esos son conceptos newtonianos.  Lo que tenemos es una red de relaciones entre procesos,  una interacción fundamental que ocurre constantemente a todos los niveles, hasta en los más elementales. (Una interesante entrevista a Capra aquí)


Traigo a colación estas ideas porque en la población de Sant Cugat del Vallés  se está talando el bosque de Volpelleres, situado en el casco urbano, para emplazar un instituto llamado - oh ironía - "Leonardo da Vinci".   En honor a la verdad, el instituto se elevará en la linde del bosque, no en su interior.  Pero para edificarlo y para dotarlo también de otros equipamientos, el ayuntamiento ha decidido talar numerosos árboles en esta primera fase. (Hay planificadas fases sucesivas con más equipamientos urbanos para los que necesariamente habrán de talar unos 10.000 m2  más de bosque).

A mayor abundamiento, este bosque está muy próximo a una autopista por la que los coches que
circulan generan tanto CO2 que el ayuntamiento ha solicitado se modere la velocidad del tránsito. De hecho, se ha instalado un ordenador que mide los niveles de contaminación a 200 metros del bosque talado.  Como dice Carlos Sánchez Pereyra, "I love my Smartcity".  Pura coherencia.

Ante las quejas de numerosos vecinos que tienen claro el papel crucial del bosque como ecosistema, la alcaldesa  Mercè Conesa ha respondido textualmente que "ya tenemos muchos árboles".


 La alcaldesa y su concejo dicen que se reparará el estropicio plantando otros árboles en otros lugares. Es algo tan sencillo como mover piedras, las quito de un lugar y las traslado a otro.  Como dice Marta Tafallalos seres vivos no se acaban en el límite de su cuerpo, sino que su identidad se desarrolla en complejas redes de interrelaciones.  Muy en línea con los descubrimientos del doctor en Biofísica Stefano Mancuso.

 Esta idea de que los árboles son "cosas" para utilizar según convenga hace tiempo que resulta evidente en el modelo de  gestión de este ayuntamiento, puedes ver también La doble cara de una ciudad inteligente ,  y  hay otros destrozos recientes en diversas vías urbanas.

Por favor, firma la petición de parar este desastre en  Change.org   . No importa si vives en Sant Cugat del Vallés, en Buenos Aires, en Ushuaia o en Tromsø, estamos hablando de salvar un ecosistema;  ya sabes, si matas una parte del sistema Tierra,  todo el sistema se resiente.  Seguro que entre todos podemos lograr que los abreviadores vayan ampliando su mirada hasta aceptar las evidencias científicas que se están trabajando en el siglo XXI. 

Desde la estela de Leonardo, todas las personas que queremos a la naturaleza agradecemos de antemano tu colaboración.