26 de mayo de 2014

La empresa como superorganismo

Una organización moderna no puede vivir sin integrar en su modelo de gestión a otras organizaciones que directa o indirectamente impactan en sus resultados (no sólo económicos, que también).

Un superorganismo es un  conjunto de individuos que forman una entidad superior y que dependen unos de otros para la subsistencia.  Puede ser una buena definición para una empresa u organización, porque alude directamente a las relaciones que han de establecerse dentro y alrededor de la organización que nos ocupa.  

Pájaro de pájaros, Allpe Medio Ambiente
Una característica importante de un superorganismo es que genera propiedades emergentes, propiedades que nacen del conjunto y que son diferentes y más complejas que la suma de las partes. 

Janine Benyus, una de las figuras más importantes de la Biomimética, estudia cómo diseñar las ciudades reflexionando sobre el estándar de rendimiento ecológico: las ciudades deben rendir, en términos de servicios de ecosistema, como mínimo igual que los sistemas "nativos" que han reemplazado.

El concepto de rendimiento ecológico es perfectamente aplicable a una organización biomimética: sus estándares de rendimiento han de tener en cuenta los intereses de todos sus subsistemas (empleados, clientes, proveedores, accionistas, población, naturaleza...) para conseguir el equilibrio entre subsistemas que garantice la pervivencia de la organización.

Podría definirse su estándar de rendimiento ecológico desde la óptica de la inteligencia de enjambre: basándose en el comportamiento colectivo de los sistemas descentralizados y auto-organizados.

La diferencia entre una organización como superorganismo y una organización sistémica estriba, desde mi punto de vista, en que la primera incluye elementos que en el enfoque sistémico quedan olvidados: los subsistemas externos con los que mantiene relaciones de dependencia y beneficio mutuos.

¿Quieres darte una vuelta por ideas relacionadas?
  • una obra maestra de otra Janine, Janine Jansen interpretando a Mendelssohn

14 de mayo de 2014

La magia del momento

Soy una enamorada de los momentos. Este precioso vídeo expresa muy bien lo que quiero explicar: 





Vivir es maravilloso si sabemos captar la magia del momento.  Todos los días tenemos, al menos, uno de esos momentos mágicos que si se saben disfrutar nos llenan de alegría y de fuerza no sólo en ese preciso instante, sino también en muchos otros, siempre que los recordamos.

Recordar momentos mágicos es una costumbre excelente para llenar los pulmones de aire puro,  el pensamiento de flashes energizantes y el corazón de agradecimiento: una combinación tan mágica como el momento que la hizo posible.

¿Te gusta disfrutar de la magia del momento?

(Post relacionado: capturar el momento)

6 de mayo de 2014

Nuestra pérdida de sabiduría

¿Qué ha de aplicar una organización: virtud, o reglas e incentivos?

He topado con un vídeo de TED que me  ha encandilado por la profundidad  de su contenido bajo una capa sencilla:  nuestra pérdida de sabiduría, de Barry Schwartz. 


Barry Schuwartz 
Como he imaginado que no sólo me ha gustado a mí, he paseado un poco por la red y enseguida he encontrado este excelente post en Humanismo y Conectividad, que recomiendo.

Y aquí cuelgo el vídeo de TED con subtítulos en castellano, por si alguien lo encuentra más cómodo.

Si has visitado el post que sugiero has podido leer el excelente resumen que hace Andrés Schuschny (@schuschny), así que yo voy a limitarme a hacer una reflexión sobre la diferencia que Schwartz hace entre la responsabilidad y la conveniencia.

Preguntarse "¿cuál es mi responsabilidad?" o "¿Qué me conviene?" nos lleva a comportamientos muy diferentes. La segunda pregunta ha llevado a muchas organizaciones al lucro a corto plazo, con las consecuencias que todos conocemos: depredación, despidos, cierre, empobrecimiento social...

En cambio, la pregunta "¿cuál es mi responsabilidad?" encamina a la organización hacia un posicionamiento más respetuoso con todos los stakeholders y genera comportamientos virtuosos que involucran a las personas:  si los líderes de la organización cuentan con un buen bagaje ético, estarán atentos y predispuestos a premiar comportamientos de todos los partícipes que involucren a las personas. Y en este contexto no hace falta, efectivamente, dictar reglas rígidas y diseñar incentivos, puesto que las personas deseamos movernos por principios éticos que nos permitan seguir creciendo como personas.  Utilizando la frase feliz de Schwartz, las personas queremos permiso para ser virtuosas.

Considero que este enfoque va más allá de redactar un código ético, aunque siempre puede ayudar;  cuando las personas han interiorizado que la organización fomenta los comportamientos virtuosos, y además tienen el mejor modelo en los líderes de la propia organización, el código ético que se aplica en las relaciones de trabajo va más allá de lo expuesto en un documento oficial:  es el hacerlo bien porque hay que hacerlo bien, la colaboración mutua para el logro del bien común, la integración de los partícipes para el beneficio de todo el sistema...

"Todos los trabajos en que haya de relacionarse con personas son trabajos morales, y todo trabajo moral depende de la sabiduría práctica", la que aplicamos las personas cuando se nos permite movernos en un entorno virtuoso.

En eso estamos, poco a poco pero afortunadamente cada vez más organizaciones.  La ética va recuperando el protagonismo que no debería de haber perdido.  Poco a poco nuestras organizaciones serán cada vez más virtuosas, y, con ellas, la sociedad un poco más justa.